La verdad de un partido de fútbol está en las áreas, y ahí, en el centro neurálgico de las cuestiones de la pelota, Unión falla y sigue sin respuesta alguna. Errático, inofensivo, confundido en la propia y también en la ajena, dilapidó en estos pocos meses todos sus ahorros acumulados con mucho esfuerzo durante el austero 2024, y su futuro está en duda, tanto como su presente en deuda.
Se nota que dentro y fuera del rectángulo hay apuro, presión, nerviosismo, lo que se traduce en un equipo disfuncional, un equipo que quedó preso de su propia impericia más que de la superioridad de sus rivales. Es decir, este Unión se venció a sí mismo. Facilita los goles de los otros y los erra sistemáticamente en el arco de enfrente, a excepción del bueno de Gamba.
Ya no se trata del sistema que cada DT elija; es el estilo. Lo que contiene a un sistema es el estilo, la manera de jugar. Sin ese marco contenedor, lleno de ideas y refugios, cualquier sistema será frágil. Y Unión es un conjunto frágil. De la cabeza a los pies… por encima del 5-3-2 o 4-4-2 eventual.
Es cierto que le puede faltar estado físico, que exista un lógico desgaste; pero no nos engañemos, también le falta fútbol, le falta gol y fundamentalmente no tiene carácter para sostener un resultado cuando a veces la cosa viene con viento a favor como anoche, donde en cinco minutos todo se hizo añicos.
Ausentes la inspiración y la inteligencia colectiva en gran parte de lo que va del primer semestre, el Tatengue apela a los valores dependientes de la voluntad pero con poca personalidad, entonces, afuera del 15 de abril pierde todo, y en casa “aguanta la gente”, hasta que el primer golpe lo deja nocaut y no se levanta más. Y para colmo de males, esa misma gente también ya le perdió la confianza. Y así será muy difícil ganar, aún acumulando más méritos que el rival de turno en cualquier competencia.
Atentos a los que están o eventualmente lleguen… dentro y fuera de la cancha. En el horizonte parpadea una luz amarilla a merced del que crea que los deseos se cumplirán por el mero hecho de haberlos soñado. Unión necesita las herramientas adecuadas para procurar un escenario mejor.
Todos saben lo difícil y al mismo tiempo lo salvable que es la situación. Hay tiempo, y este es un factor fundamental para construir a futuro. A los equipos timoratos, ramplones y cobardes, no los salvan, ni las buenas intenciones, ni los méritos, ni el más puro amor incondicional por los colores. Lo salvan los hombres preparados, los capaces, los solidarios y comprometidos a cambiar la historia; con los cuidados intensivos que exige, demanda, reclama y merece un club de la categoría de Unión, que hoy parece haberle quedado muy grande a tantos ineptos e inexpertos protagonistas, que dejaron a la centenaria institución, en duda y en deuda… al menos hasta este balance de mayo 2025.
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Por Gustavo «Turco» Mazzi para SD
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