Es casi un hecho que, a esta altura del partido, Gordillo no continuará formando parte de la vida institucional de Unión. El que está jugando un papel fundamental es el representante Pascual Lezcano, quien ya había sido parte de una situación similar cuando representó a Gustavo Munúa. El faltazo sin aviso del colombiano en los entrenamientos fue el motivo de malestar tanto para la gente como para sus compañeros y el cuerpo técnico. El mensaje del Kily es claro: no quiere tener jugadores en el equipo que no estén comprometidos y dispuestos a dar lo mejor de si en cada partido.
Es sabido que los representantes buscan lo mejor para sus clientes, pero esto no siempre se alinea con los intereses del club. La historia reciente con el uruguayo y su pésima decisión de renovarle el contrato cuando después de la derrota 1-4 ante Central Córdoba, daba la sensación que el ciclo se había cumplido, sirve como recordatorio que el enfoque a largo plazo y el compromiso genuino deben primar sobre las decisiones apresuradas.
Desde lo futbolístico, es una ausencia que lo sentirá. No será fácil reemplazar al colombiano. Fue el mejor jugador que tuvo Unión y que mejor rindió en el mercado de pases. De hecho, fue el segundo jugador con más recuperaciones de la Liga Profesional con 87, uno menos que Santiago Longo, el «5» de Belgrano. En enero de este año, rescindió su contrato con Junior y firmó por un año. No obstante, si las discrepancias y la falta de compromiso persisten, puede llegar un punto en el que su continuidad sea más perjudicial que beneficiosa.
Según las noticias periodísticas de los medios que siguen la actualidad de Vélez, Sebastián Méndez pidió específicamente al jugador. El Tate no quiere reforzar a un rival directo. No obstante, el Fortín logró acordar con el jugador y está tratando de resolver su salida. Tendremos que esperar para ver cómo se desarrolla la situación en los próximos días.
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