Una vez más, Messi dio cátedra de fútbol. En un partido en el cual Inter de Miami no jugó bien, remontó un 2-4 en contra para llegar a la tanda de penales e imponerse 5-3 desde los doce pasos ante Dallas para avanzar a los cuartos de final de la Leagues Cup ante el ganador de Charlotte o Houston Dynamo.
El genio tiene una vista periférica a otro nivel, siendo capaz de leer el juego y anticipar las jugadas con una precisión casi alienígena. Es como si tuviera una conexión sobrenatural con el balón, guiándolo con maestría y encantando a multitudes con su destreza. Es al que uno siempre busca aferrarse cuando las cosas se complican en la cancha. Su presencia es reconfortante, no solo para sus compañeros, sino también para todos los fanáticos que depositan su esperanza en él. En momentos difíciles, genera la ilusión de que la fe es lo último que se pierde, y que cualquier resultado es posible con su magia.
Un líder silencioso, pero poderoso, Leo es el referente que no deja espacio para la duda. Transmite un mensaje de unidad y compromiso, instando a todos a estar juntos en la búsqueda del triunfo. Para aquellos que son fanáticos de él, su trayectoria fue una montaña rusa de emociones.
Recuerdo el momento en que Leo decidió alejarse de la selección argentina, y las críticas que recibió incluso cuando alcanzó el título mundial en el PSG (no hace falta aclarar el por qué). Pero, como siempre, se levantó ante la adversidad y demostró su grandeza una vez más. Es emocionante ver cómo, con todo lo que ha ganado, se incorpora a un club aparentemente sin historia como el Inter de Miami y, en tan solo tres partidos, logra generar una relación de unidad con la gente. Eso es lo que solo él puede transmitir: el poder de unir e inspirar a los demás.
No te deja a gamba. Hace 18 años que viene jugando a un nivel superlativo todos los fines de semanas, que ya nos parece habitual que haga todo lo que realiza en un terreno de juego. Abrió el 1-0 con una combinación junto a Jordi Alba, centro atrás y definición al palo derecho del arquero.Comandó un contraataque, tocó para Taylor, quién remató sobre la humanidad de Maarten Paes. En el rebote, la picó, y era gol, pero un defensor la rechazó en la línea.
En el segundo tiempo sacó a relucir todo su repertorio. Le puso un pase espectacular a Gómez en espacios reducidos que no definió bien. Asistió a Busquets en un disparo que se le fue por encima del travesaño. Participó de la jugada del 2-3 con un pase preciso a Jordi Alba, centro atrás y definición del recién ingresado Cremaschi. Volvió a participar en el 3-4 con un centro, buscando alguna cabeza, y Farfán se la encontró de frente y no la pudo despejar.
La jugada que se convirtió en la «frutilla de la noche» fue un tiro libre magistral que dejó boquiabierto a propios y extraños. Con temple y precisión, acomodó la pelota ligeramente detrás del punto de falta y, con un gesto característico, hizo temblar las redes con un disparo impecable en el ángulo, por encima de la barrera. Celebró con furia y pasión, exhibiendo el espíritu indomable que lo caracteriza y su deseo de ir por el quinto gol.
En los penales, arrancó derecho. Ganó los sorteos y decidió patear primero muestra la confianza y la determinación que posee. Y una vez más, con sutileza y calidad, ejecutó el penal al palo izquierdo del arquero, como lo había hecho en el Mundial de Qatar. La sangre fría en los momentos de bajo presión en los momentos cruciales lo termina de convertir en un jugador excepcional.
Lleva 7 goles en cuatro partidos y está a 22 goles de alcanzar a Gonzalo Higuaín como el máximo goleador del Inter de Miami de todos los tiempos. Un genio.
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