El aprecio es mutuo. No importa que uno se identifique con Newell’s y el otro con Central. Tienen en claro que la pasión y los colores corren por un lado y los lazos afectivos por otro. Afuera de los campos de juego, incluso del fútbol, supieron compartir distintos etapas y momentos de sus vidas. Consecuencia de un fuerte vínculo que construyeron durante años. Este sábado, Gabriel Heinze y Cristian González se reencontrarán en el Coloso con «sus» Newells y Unión por la 4ta fecha de la Copa de la Liga
La rivalidad y el deseo de una victoria que ratifique el buen comienzo de ambos en el torneo, Newell’s con 7 puntos y Unión con 5, no es capaz de borrar la relación que conservan los entrenadores, aunque las circunstancias y las obligaciones los hayan llevado a no estar tan seguido en contacto últimamente.
Heinze se incorporó a la selección argentina de la mano de Marcelo Bielsa, un símbolo rojinegro, cuando el Kily ya hacía varios años que formaba parte del plantel nacional. El entonces extremo izquierdo siempre expresó devoción por el Loco. Y eso que, tal cual reconoció, fue el responsable de haberlo hecho sufrir, en tiempos en que Bielsa dirigió al glorioso Newell’s de los 90. “Usted me cagó la adolescencia”, le llegó a recriminar a Bielsa, mitad en broma mitad en serio, en su primera convocatoria al seleccionado.
Heinze elogió a Unión y al Kily González: «Se ve su trabajo»
La admiración que González le tiene a Bielsa es algo que el hincha de Newell’s respeta, como seguramente no lo hace con ninguna otra persona identificada con su clásico rival. El Kily, desde su postura y su elogio constante al Loco, también es un ejemplo. No le importa pagar ningún costo frente a un fundamentalismo, que es moneda corriente en el fútbol en general.
Bielsa fue el que convocó al Gringo y el Kily, como dos de los tres jugadores mayores de 23 años que se permitían por plantel, para competir con la selección argentina en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004. Y así los tres fueron protagonistas de la primera medalla olímpica del fútbol argentino.
Heinze y González siguieron algunos años más juntos en la selección. Pero el Kily no llegó al Mundial de Alemania 2006. El Gringo, en cambio, sí. Aparte jugó el Mundial de Sudafrica 2010, bajo la conducción técnica de Diego Maradona, amigo del Kily, una relación que forjaron siendo jugadores de Boca. Esta amistad se mantuvo intacta, más allá del paso posterior del Diez por Newell’s. Es que para ellos no existe camiseta capaz de fracturar los sentimientos.
Heinze y el Kily González llegaron a compartir el mismo barrio, a verse con frecuencia y a que sus familias se relacionen entre sí. Es el otro costado del fútbol. El que, por lo general, no se conoce.
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Fuente: La Capital
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