El mundo del boxeo está de luto después de confirmar la muerte de Cristian “Kanguro” González. La noticia se conoció en las primeras horas de la tarde del domingo, tras un accidente automovilístico. El “Kanguro” hizo su debut en el boxeo el 19 de junio de 2015 con una victoria por K.O. sobre Guillermo Gerardo Pinto. A lo largo de su carrera, peleó 33 veces. Ganó 12 de esas peleas por K.O. en 6 rounds, perdió 20 por el mismo motivo y tuvo un empate.
La pelea que más se recuerda fue en 2022, cuando se enfrentó a Claudio Daneff por el título argentino ligero y terminó perdiendo. La última pelea de “Kanguro” González fue el 7 de junio pasado en Canadá. Se enfrentó al colombiano Jhon Orobio en el Montreal Casino, en Montreal, Quebec. El resultado no fue el que esperaba: el argentino cayó por K.O. técnico en el segundo round, con un “scoreboard” de 12-19-1, que le dio la victoria a su rival.
El día que tuvo que correr 8km y a la noche pelear por un título del mundo
Justo la noche anterior, el frío de junio tentó al Canguro a compartir unas tortas fritas con su abuelo. A pesar de eso, no estaba muy excedido de los 63.500 que le pedían, apenas unos dos kilitos y medio.
Pero como tenía que trabajar al día siguiente –viernes 9 de junio– y ya era tarde para pedir reemplazo, le respondió a su manager: “Sí, sí, dale, vos sabés que siempre estoy medio entrenado porque corro de 8 a 10 horas por día; así que aceptala…”. Sin preguntar contra quién iba a pelear. Solo sabía que sería contra un invicto venezolano, organizado por la Asociación Mundial del Boxeo en uno de sus programas tipo “Adiós a las Drogas” o alguna causa social, y que le pagarían 850.000 pesos. O sea, unas cuatro veces su sueldo como peón recolector de basura, que rondaba los 200.000 pesos mensuales en ese entonces.
Pero como nunca faltan decepciones cuando un pobre “liga”, las horas y los llamados posteriores empezaron a complicar la convocatoria. El Canguro, su manager Federico De Lellis y su preparador físico Santiago Bisieri se enteraron que la pelea estaba programada para el viernes y no para el sábado. Y ya era jueves por la noche. Los organizadores se dieron cuenta de que debían buscar un rival urgente para el venezolano Ender Luces, quien llevaba un récord de 16 nocauts en 19 peleas sin derrotas, ya que el catamarqueño Javier “Johnny” Herrera no se presentó al pesaje del día anterior –un hecho insólito. Así que cuando llamaron a Cristian El Canguro González, le pidieron que peleara ese viernes. La situación se solucionó rápido porque resultaba inevitable que el match pasara para el sábado, y que Ender Luces lo entendiera. Además, ese viernes el Canguro tenía que trabajar hasta las 17. Por eso pidió cierta tolerancia para llegar al pesaje, ya que no podría llegar desde Virreyes –donde queda la casa de su manager– antes de las 19.30. Pobre Canguro, mientras Federico se bañaba para salir hacia Puerto Madero, se tiró en un sillón y se quedó dormido de lo cansado que estaba después de la larga jornada. Gracias a la comprensión del supervisor de la AMB, Leonardo Bianchi, cerca de las 19.30 el Canguro González pudo pesarse y estuvo dentro de lo pactado: 63 y medio. (O algo así…)
Lo peor vino ya estando en el Casino, cuando un rato antes de la pelea el equipo de González se enteró de que el match no era a 6 rounds como pensaban, sino a 9, como estableció la AMB para este nuevo cinturón: el Fedecaribe. Se enteraron del cambio cuando la árbitra Analía Maradona –de impecable actuación– pasaba a chequear vendajes y guantes. Todo mal porque además creían que iban a subir al ring tipo 20.30, y en ese momento en que El Canguro comenzaba a vendarse para calentar, le dijeron que tenía que apurarse porque el programa se había adelantado media hora… Ni siquiera pudo moverse para entrar en calor.
No era la primera vez que El Canguro subía a un ring a último momento. Su récord, por entonces de 11 ganadas y 16 perdidas –que él cuestiona porque dice que le adjudican derrotas en peleas que nunca realizó– tiene una perlita: el año pasado en Pilar le ganó al riojano Guillermo Leonel Crocco, quien hoy tiene un récord de 20 peleas ganadas (6 por KO), 3 perdidas y 1 empate. Aquella también fue de “último momento” entre containers y tachos de basura, subidas y bajadas de los camiones, y siempre al trote. Es su perseverancia la que lo impulsa. Por eso, aún extenuado, el profe Santiago Bisieri lo recibe a la hora que sea en su gimnasio North Pride de Martínez para la preparación física, y luego el Canguro viaja para entrenar con el técnico De Lellis en el Deportivo Box de Tigre… Ya saben que a las 4.30 de la madrugada siguiente El Canguro deberá ponerse el uniforme de recolector y salir por las calles de los barrios cerrados o countries de la zona norte a correr unos 20 kilómetros, acarreando tachos de basura, lo que le ha dado una condición física que más de una vez le permitió correr alguna media maratón solidaria.
Mientras veía aquel combate por televisión, no tenía dudas de que los actores tenían propósitos bien diferentes: el venezolano Luces confiaba en un nocaut que no logró por la movilidad de su rival, quien con saltitos de canguro (un acierto el sobrenombre) le generó al favorito una creciente incomodidad. Tras los 9 rounds de pelea, el fallo a favor de Luces por decisión unánime fue indiscutible.
Esta historia tan simple como conmovedora no es inédita. Hay muchos “Canguros” González transitando los rings del mundo. Son los protagonistas a olvidar cuando esa misma noche, en ese mismo escenario y bajo esas mismas luces, suben a combatir las estrellas y son precedidas por presentaciones estruendosas y en muchos casos extravagantes. Esas estrellas tienen sus raperos o DJs, lucen excéntricos y apelan a sorprendentes vestuarios que podrían ir desde armaduras de guerreros romanos hasta esos bellos sombreros mexicanos tan distintivos. El Canguro nuestro, el nacido en San Fernando y vecino de Don Torcuato, solo alcanzó a subir con el único brillo de su pantalón cansado y una bata que esperaba colgada de una percha para mostrarse alguna vez frente a las cámaras de televisión…
Triste destino el del boxeador anónimo, de quien poco se sabe cuando gana –el Canguro ganó su siguiente combate– y casi nada cuando pierde. Es un protagonista secundario en una cartelera televisiva que debe cubrir dos o tres horas de programación. Y dentro de ella, en dos o tres escenarios diferentes cada semana, conviven los Canelos y los Canguros. Unos con su futuro y el de sus próximas generaciones sólidamente asegurados, y otros con la necesidad de ganar una pelea de tanto en tanto para poder seguir, pues eso le daría otro sentido al interior de la heladera de su casa o a la mochila escolar de sus hijos…
Es probable que al regresar a casa aquella noche de junio desde el Casino hasta Don Torcuato, el Canguro González haya visto en el fondo de su bolso que los sueños de su ayer quedaron marchitos, que no habrá anunciadores gritando “…y en este rincón…”; tampoco escuchará el Himno ni le dará la mano a Bob Arum en Las Vegas; no habrá fotografías con Mayweather ni comparaciones con Nicolino Locche. No, como a otros miles de colegas suyos, nada de eso le ocurrirá. Pero Cristian podrá decir que duerme de día, entrena a la noche y a las 4 de la madrugada arranca para tomar el turno que durante 8 horas le impone correr unos 20 kilómetros, subir y bajar de un camión que se lleva la basura o “recolecta desechos” y estar listo siempre –cual pugilista delivery– para cuando le salga alguna pelea. Y si mañana cambia de trabajo, su sacrificio continuará igual, porque para personas como él, el esfuerzo es la única manera de vivir. Hay quienes suelen abusarse de esta nobleza. Pero al final del camino, sus hijas, amigos, compañeros y familia sabrán que son personas como El Canguro las que honran la vida…
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