Por Darío Fiori
Cuando uno está enfermo, el cuerpo le va avisando, con dolores. Cuando te vas al descenso también. Perder contra un equipo descendido y estando en descenso. Perder un partido ante Banfield (2-1) en el último minuto son síntomas. Colón viene tocando fondo desde aquel 5 de junio. 24 horas después desde que se coronó campeón del Fútbol Argentino venciendo a Racing con autoridad y demostrando buen fútbol en San Juan. Desde que renunció Eduardo Rodrigo Domínguez en lo que fue la derrota categórica en el Madre de Ciudades ante River por 4-0, pasaron Julio César Falcioni, Sergio Rondina, Adrián Marini, Marcelo Saralegui, Gorosito y ahora Damonte. ¿Es problema de los técnicos y de los jugadores? ¿O de los dirigentes por no hacer un esfuerzo importante en el mercado de pases para traer jerarquía, experiencia y ser competitivo en un fútbol argentino tan mediocre?
La principal materia prima de un plantel son los jugadores. Es cierto que el entrenador tiene cierta responsabilidad en todo (preparación, selección de jugadores y rendimiento). Pero se hace difícil cuando no hay una respuesta positiva sobre el terreno de juego. Nadie puede escapar a las críticas por este final que siembra dudas. Ejemplo Gian Nardelli que toma de la camiseta a Bisanz en un primer tiempo en donde no pasaba absolutamente nada. Luego Benítez quien cada vez que entra en el terreno de juego hace cosas insólitas. Resuelve todas las jugadas mal. No le puede dar un pase a un compañero estando a un metro y sobre llovido mojado, regresó caminando en el segundo gol de Banfield. Tampoco pueden hacerlo los dirigentes, que después de haber tenido un plantel que se coronó campeón, no supieron mantener el nivel (no hablo de mantener jugadores sino de mantener un nivel de jerarquía) trayendo jugadores que disminuyeron progresivamente la jerarquía del plantel y, por ende, los resultados. Colón viene cayendo desde el 5 de junio de 2021 (al día siguiente de ganar el título) y sólo se salvaron los buenos partidos que jugaron en la Libertadores. Cuando Falcioni se fue -o, mejor dicho, antes de irse- sacó una «lista corta» de jugadores que pidió y no vinieron. En este mercado, las cosas no han cambiado y, tras estas doce fechas, parecen haber empeorado. El fútbol es cambiante y esto es sólo el principio.
El refrán «el que mal anda mal acaba» parece ajustarse como anillo al dedo a la vida institucional de Colón. Luego de tocar el cielo con las manos en la noche mágica del 4 de junio, durante la celebración de la noche de San Juan, donde se coronó campeón del fútbol argentino por primera vez, pocos hubieran vaticinado que el destino le depararía una caída vertiginosa. Hoy el club está al borde de una situación que no vivía desde mayo de 2014: a dos pasos de volver a la Primera B Nacional, la segunda división del fútbol argentino. Pero este declive no es producto de un año en particular, sino de una serie de decisiones y errores que se acumularon en el tiempo. Esta debacle que amenaza al equipo no comenzó este año, sino que es el resultado de un largo proceso que puso a prueba la paciencia y la esperanza de los hinchas. En esta nota, exploraremos cómo Colón pasó de sus momentos más gloriosos a enfrentar la realidad de la posible pérdida de su categoría en la Primera División del fútbol argentino.
Entre el 2019 y el 2023, Colón tuvo campañas de descenso. Pero si hoy Colón se mantiene en la máxima división del Fútbol Argentino es gracias a Eduardo Rodrigo Domínguez y su campaña de 63 puntos. Repasemos. En el presente torneo, Colón se encuentra en la penúltima posición de la tabla con sólo 42 puntos en 39 partidos jugados. Como consecuencia, tiene una eficacia del 35,8% de los puntos obtenidos. No se trata de la peor campaña de todas, porque el año pasado también se repitieron los mismos números, ya que la campaña de Colón en el Torneo Binance fue realmente muy pobre, a tal punto que se convirtió en la tercera peor desde que el Sabalero regresó a Primera División a fines de 2014. A la actual, sólo la superan en cuanto a números negativos, la protagonizada en la Superliga 2019/2020 y la Superliga 2018/2019.
Mientras, en la Superliga 2018/2019 en 25 partidos sólo cosechó 23 puntos, con una eficacia del 30,67%. Mientras que en el Torneo de Transición 2016 obtuvo 17 unidades en 16 partidos, con una eficiencia del 35,42%, casi idéntica a la actual. Por su parte, en el Torneo 2015, el primero en su regreso a la máxima categoría, el Rojinegro sumó 34 puntos en 30 partidos, con una eficacia del 37,78%. A su vez, en el Torneo 2016/2017, cosechó 49 unidades en 30 partidos con una eficacia del 54,44%.
Por su parte, en la Superliga 2017/2018, Colón sumó 41 puntos en 27 partidos, con una efectividad del 50,62%. En tanto que en la Superliga 2018/2019 fue la campaña más negativa ya que en 25 partidos sólo cosechó 23 puntos, con una eficacia del 30,67%. Mientras que, en la Copa Diego Maradona, Colón jugó 11 partidos, en los que sumó 17 puntos, con una eficacia del 51,42%. Sin dudas, la mejor campaña fue la Copa de la Liga 2021 (se coronaron campeones), jugando 13 partidos en la fase regular y sumando 25 puntos con una eficacia del 64,10%. Y en el Torneo 2021 jugaron 25 partidos, sumando 39 puntos y una eficiencia del 52%.
La caída futbolística y el desorden institucional seguramente van de la mano, las decisiones políticas en el club presidido por José Vignatti fueron desacertadas y hoy se reflejan dentro y fuera de la cancha. Aunque la realidad futbolística es preocupante, lo más importante es la violencia explícita de los hinchas y directivos.
Con Eduardo Domínguez en el banco, Colón comenzó a tener un proyecto deportivo a largo plazo, ya que estuvo casi dos años al frente del equipo del barrio Centenario. Concretamente, desde marzo de 2020 hasta diciembre de 2021, tras la dura derrota en la final de la Copa de Campeones en el Madre de Ciudades ante River por 4-0. Desde entonces, hubo una improvisación continua que derivó en un récord para la institución sabalera: seis entrenadores en menos de un año. Desde el 6 de julio hasta el 28 de septiembre del año pasado, cuatro entrenadores se hicieron cargo del equipo. Julio César Falcioni dejó el club el jueves 7 de julio, Sergio Rondina se fue el 17 de agosto y el 27 de septiembre Adrián Marini dirigió su último entrenamiento. El día siguiente, Marcelo Saraleguí ya había dirigido su primera práctica.
Evidentemente, Colón se encuentra en un estado de locura permanente que no podía ser analizado en lo más mínimo. Seis entrenadores en quince meses es el reflejo más concreto de la crisis institucional y futbolística que atraviesa el Sabalero. Ante decisiones que no se explicaban y mucho menos se comunicaban, y con entrenadores de perfiles muy diferentes. Jamás hubo una línea directiva. Qué diferencia existe entre José Néstor Vignatti y el presidente de la Nación Alberto Fernández? En que ambos esperan ansiosos el 10 de diciembre para retirarse a sus casas y distanciarse de los desafíos institucionales y deportivos que enfrenta el club. En su momento la llegada de Saralegui sorprendió en su momento al propio Chupete Marini y, tras la derrota ante Argentinos Juniors, el DT fue el único que dio la cara y habló en conferencia de prensa. Tomó las riendas del equipo en un momento complicado, pero terminó pagando el costo. Y es que recibió el maltrato que es moneda corriente en Colón.
Luego de la práctica, le comunicaron que no sería más el entrenador. Fue un mal manejo más de esta dirigencia, pero con el agravante de que en este caso se trató de un ídolo del club. Fue rápidamente utilizado y desechado. En los últimos tiempos, Vignatti cambió de figura, como si Colón fuera un álbum. Durante la Liga Profesional 2022, Marini dirigió ocho partidos, Rondina siete y Falcioni seis. Saralegui, en principio, fue contratado en el banco de suplentes para los últimos seis partidos que restaban para el final de la temporada, donde se le dio un poco de oxígeno ya que alcanzó la meta del 50% obtenido. Un disparate por donde se lo mire, que tiene en la figura de Vignatti y también en el secretario deportivo Mario Sciacqua a los máximos responsables en ese orden.
Como en los casos anteriores, Colón no anunció oficialmente la salida de Marini y la llegada de Saralegui, sino que se limitó a agradecer a Chupete. Y tampoco se pronunció sobre la detención de uno de sus vicepresidentes. Como si nada hubiese ocurrido en esos días. Es alarmante la falta de comunicación con la hinchada. En estos momentos sería saludable que Vignatti diera la cara. Precisamente, en la conferencia que dio Marini tras la derrota sufrida por Colón, quien debía estar presente era el presidente, pero minutos después del partido abandonó el estadio.
Porque el problema de Colón no fueron los entrenadores, más allá de las falencias que puedan haber tenido. En la actualidad, el déficit es la falta de liderazgo o, en todo caso, los errores en la gestión. Es muy cierto también que los responsables de este momento son los jugadores, porque en definitiva son ellos los que salen a la cancha. Y ninguno de ellos, sobre todo los más experimentados, se puede distraer y deben hacerse cargo de este momento.
Pero la realidad indica que Colón sufre hoy una crisis institucional que sin dudas repercute en el fútbol. Y esta confusión que reina en quienes conducen el club se traslada al campo de juego, el Sabalero juega como vive el día a día y ese es su mayor problema. El elenco del Barrio Centenario saltó a la cancha con amenazas en la casa de su presidente con dos banderas que decía «el club es de los socios, ganen o ya saben»
A dos fechas del final, el presente no deja de ser preocupante, y gran parte de esta responsabilidad se llama José Néstor Vignatti. Una vez que finalice su mandato deja a Colón endeudado y sin proyecto. La realidad es que el Gringo no puede salir ileso de eso. De ídolo a ser recordado y odiado por todos por ser el que dejó a Colón en la B. Institucionalmente, Colón no pertenece a la Primera División. Esto se evidencia en diversos aspectos que son visibles a diario al pasar por la puerta del club. Los padres permanecen sentados en un sillón afuera, observando cómo sus hijos entrenan a 200 metros de distancia en un terreno cubierto de tierra que, en los días de partido, funciona como estacionamiento. Además, la presencia de una piscina de grandes dimensiones que lleva más de 14 años sin poder ser utilizada.
La sede del club es notablemente pequeña, considerando la magnitud de una institución que llevó más de 40 mil personas al extranjero. El predio del club es inaccesible para los socios, lo que limita su participación. Las chicas que practican hockey y los chicos que juegan al fútbol sala se ven en la necesidad de vender rifas y contar con patrocinadores locales para poder adquirir su indumentariamente un momento en donde se avanzó significativamente en cuanto a la igualdad de género, no existe el apoyo e incentivo merecido para las chicas que juegan al fútbol. El personal del club aún utiliza indumentaria de hace cinco años, ya que no se les ha proporcionado la nueva.
El desempeño de las divisiones inferiores se ve afectado por derrotas abultadas, y la reserva experimenta una serie de pérdidas no debido a su calidad, sino a la falta de apoyo y acompañamiento. La presencia del club en las redes sociales es limitada, y el diálogo brilla por su ausencia, a pesar de contar con el streamer más visto en América Latina y España como hincha del Club. Recién en 2021 se comenzaron a compartir fotografías de calidad en las redes sociales. Las decisiones de transferencias implicaron vender jugadores de manera efectiva para incorporar refuerzos a préstamo. No se dispone de un psicólogo deportivo, lo que es una carencia importante.
Se está dejando un club endeudado y con pocas perspectivas de permanecer en la Primera División, en un contexto donde hay 40 equipos en la B, y regresar no es tarea sencilla. La soberbia es un obstáculo que debe superarse, y es fundamental prepararse y capacitarse adecuadamente, dejando espacio para aquellos que aman al club y tienen conocimiento de su funcionamiento. Colón siempre ha sido grande gracias a su gente y merece mucho más de lo que tiene en la actualidad. Ojalá que, en el futuro, Colón alcance las metas que se merece.
El plantel también tiene que asumir su cuota de responsabilidad. El mercado de pases había sido muy bueno. Y la realidad indicaba que el equipo sabalero contaba con elementos de calidad que debían situarlo en una mejor posición en la tabla. A excepción de Botta, que era el más regular de todos los mencionados, era difícil encontrar otro líder que tomara las riendas en los momentos difíciles, y eso dejaba al equipo sin esa chispa de rebeldía necesaria para dar la vuelta a situaciones adversas. Es fundamental evitar buscar chivos expiatorios y caer en excusas para justificar el bajo rendimiento. Es cierto que Colón atraviesa dificultades, sin embargo, otros equipos con planteles más modestos lograron posicionarse más favorablemente en la tabla, lo que demostraba que la capacidad estaba, pero había que canalizarla eficazmente.
En su momento, en varias conferencias de prensa, Gorosito comentó que le preocupaba lo discontinuo que era el equipo. A fin de cuentas, se trataba de un conjunto de individuos más que de una unidad cohesionada y trabajadora. Cuando los jugadores estaban más o menos en su día, podían rendir mejor, pero cuando no lo estaban, el rendimiento caía en picado y estaba a la vista de todos. Se necesitaba una estructura sólida. Al margen que la gestión de Pipo fue decepcionante, había forjado una pequeña fortaleza en el Brigadier López. En Copa de la Liga, Colón jugó 5 partidos de local, ganó 4 (Gimnasia-Central-Argentinos-Atlético Tucumán), empató 2 (Unión y River). Un 73% de efectividad. La dificultad estuvo a la hora de cruzar el Puente Carretero. Colón jugó en lo que va de 2023 19 partidos de visitante, de los cuales sólo ganó 2, empató 6 y perdió 11. Así, obtuvo 12 puntos sobre 57 en disputa, alcanzando una efectividad del 22%. Los dos únicos partidos ganados lejos de Santa Fe fueron ante Boca por 2-1 en el Torneo de Liga y ante Independiente por 1-0 en la actual Copa de la Liga. De los últimos ocho partidos como visitante, Colón perdió siete. Como excepción, la victoria ante el Rojo en la primera fecha. Pero lo más preocupante fue la forma en que el Sabalero jugó la mayoría de esos partidos, dejando una imagen muy pobre tanto en lo futbolístico como en lo anímico.
Ante Arsenal, Colón había perdido 1 a 0 y acumulaba la cuarta derrota consecutiva como visitante. Anteriormente había sido derrotado por Barracas Central 2-1, Instituto 3-1 y Huracán 2-1. Lo más preocupante fue que Arsenal llegó al partido relegado y sin motivación alguna, lo que agravó aún más la presentación del equipo rojinegro, para prolongar una racha desastrosa.
El partido
La única diferencia en esos cuarenta y cinco minutos fue el gol de Milton Giménez. ¿Qué pasó en el medio? Banfield buscó atacar constantemente con pelotas profundas a espaldas de los marcadores centrales o de los volantes. El Flaco Conti demostró gran solidez. No se volvió loco ni se desesperó; siempre estuvo bien ubicado y rechazó con eficacia. Como en el partido contra Tucumán, Colón volvió a emplear la sociedad Botta-Meza por el lado derecho para finalizar con un centro que encontrara a un delantero en el área; en este caso, podría haber sido Wanchope o Toledo. Hubo muchas imperfecciones en el manejo de la pelota por parte de Banfield. El dueño de casa disponía del buen pie de Cañete como único volante central, encargado de generar juego antes de la marca. Pelusa Falcioni ubicó a Calleros como volante defensivo e intentó armar un segundo bloque de volantes que llegara por sorpresa, lo que rara vez se materializó debido a que el sistema defensivo de Colón no mostró fisuras. Durante el primer cuarto de hora, no hubo un dominio absoluto en el partido. Fue un enfrentamiento muy táctico y de mucho estudio, como era de esperar, dado que tanto Julio César Falcioni como Israel Damonte son entrenadores con enfoque táctico y pragmático. Ambos equipos buscaron neutralizarse mutuamente. En medio de esta paridad, Banfield tuvo un mejor manejo de la pelota, buscando triangulaciones en el lado derecho, desmarques y ataques con pelotazos largos por las bandas. Por otro lado, Colón optó por defender detrás de la línea de la pelota con numerosos jugadores, preparándose para las transiciones de defensa a ataque.
Las subidas de Meza en este partido fueron lo más destacado que mostró Colón en los primeros 20 minutos. Toledo buscó descender unos metros para entrar en contacto con la pelota y arrastrar marcas. Wanchope, como única punta, lateralizó el juego hacia la derecha, mientras que Eric buscó sorprender adelantándose en terreno rival a través de proyecciones y tiros de esquina. El punto de inflexión llegó antes de la media hora de juego. Colón perdió a una pieza clave en ataque, Meza, un jugador propenso a lesiones. Tuvo que retirarse prematuramente, a pesar de estar realizando un buen partido, al igual que Conti en la defensa. Fue reemplazado por Nardelli, quien tuvo un partido flojo y se caracteriza por un enfoque más defensivo, centrado en la marca y en detener la movilidad de Bisanz y las proyecciones de Insúa.
El partido se desarrolló como se esperaba en la previa, con pocos espacios y un juego intenso en el que ambos equipos se esforzaron al máximo. Los jugadores argentinos suelen mostrar pasión en cada partido, y la intensidad es innegable. No escatiman esfuerzos y la violencia en el buen sentido es una constante. Todos juegan al límite, listos para dejarlo todo en la cancha. Esto se hizo evidente durante gran parte del partido, especialmente con Milton Giménez, quien tuvo que cambiar su camiseta en tres ocasiones debido a su entrega y esfuerzo en el campo. Lo mismo ocurrió con Kily Vega en su enfrentamiento con Jesús Soraire.
Segundo tiempo
Damonte entendió que necesitaba retener más la pelota y jugar de manera más elaborada en lugar de depender siempre de las segundas pelotas. Por eso, hizo ingresar a Favio Álvarez por Delgado, quien había tenido un desempeño discreto en los primeros 45 minutos. El ex Rosario Central y Defensa y Justicia no cometió errores notables, pero tampoco tuvo intervenciones destacadas. El cambio se hizo para que el entrenador pudiera ajustar el esquema y jugar con una línea de cuatro defensores.
Lo que le viene ocurriendo a Colón es sin dudas un problema psicológico. Porque repite viejas vicios cada vez que tiene que jugar fuera de Santa Fe, y parece que sus rivales siempre los superan en velocidad, intensidad y agresividad. Ya le tomaron la mano a Colón, lo que se refleja en los partidos como visitante y en el clásico jugado como local, donde Botta tenía dificultades para encontrar espacios y crear oportunidades. Wanchope participaba poco en el juego, y el mediocampo de doble cinco no lograba generar juego ni recuperar balones de manera efectiva.
A medida que pasaba el tiempo, el cambio en el esquema táctico benefició a Colón, permitiéndole avanzar unos 20 o 25 metros en campo contrario. Sin embargo, así como lo benefició, a su vez lo sufrió en los retrocesos. Conti salvó un disparo de Milton Giménez en la línea, destacando como los dos mejores jugadores de ambos equipos. A pesar de tener pocas ocasiones, Colón presionaba a Banfield y forzaba al Taladro a cometer errores no forzados en la salida. A su vez, Banfield se mostró más conservador, replegando sus líneas y cediendo la iniciativa a Colón. Finalmente, a los 19 minutos, llegó el empate. Fue resultado de una falta cometida por Juan Pablo Álvarez en el carril izquierdo, un centro al corazón del área que Conti peinó, permitiendo a Wanchope capitalizar el rebote y enviar la pelota al palo derecho de Cambeses.
Damonte aprovechó el parate para meter mano en el equipo. Hizo cambios en la mitad de la cancha, sacando a Vega para darle un mayor equilibrio al equipo y enfocarse en la presión y el control del balón, con Stéfano Moreyra. Luego, realizó un cambio polémico: el ingreso de Benítez por Toledo, lo que llevó a jugar con una formación 4-3-1-2, con Moreyra como único volante defensivo, Perlaza un poco más liberado a su izquierda y Favio Álvarez más adelantado. Botta se ubicó como enganche, mientras que arriba jugaron Wanchope y Benítez. Desafortunadamente, el paraguayo no tuvo un buen desempeño y cometió errores que perjudicaron al equipo.
Daba la sensación de que ambos equipos se conformaban con el empate, ya que ninguno lograba imponerse y ambos arqueros eran meros espectadores. Colón luchaba por el gol, pero le faltaba claridad en los metros finales. El empate resumía lo que Sabalero y Taladro estaban jugando. Sin embargo, cuando se jugaban los últimos minutos de descuento, llegó el gol de Banfield y la derrota de Colón. Un centro frontal, un mal despeje de Facundo Garcés, quien le entregó el balón a Emanuel Coronel, y el lateral lanzó un centro rasante que encontró la pierna de Milton Giménez, quien, debajo del arco, anticipó a Conti e Ibáñez para anotar el 2-1.
Fue una derrota muy dolorosa para Colón, que a dos fechas del final lo deja en la zona de descenso. Ya no tiene margen de error y no depende de sí mismo para mantener la categoría. A pesar de ello, aún tiene oportunidades para lograr el objetivo, pero para hacerlo, deberá ganar los partidos restantes y esperar los resultados de los demás equipos. Ganar y cruzar los dedos, no hay otra opción.
El boletín de calificaciones de la derrota de Colón
Matías Ibáñez (5): Una vez más se queda con el sabor amargo de que le patearon muy poco y le vuelven a convertir, como aquella vez contra Arsenal en Sarandí. En esta ocasión, volvió a ser de penal. Y con el agregado de que casi ataja el violento remate de Milton Giménez, pero fue tan fuerte que casi detiene el disparo del centrodelantero de Banfield. En los dos goles no tuvo responsabilidad. Nuevamente se mostró sólido en el juego aéreo, ya que despejó un par de pelotas interesantes. Sólo tuvo una intervención en todo el partido y fue a los 22′ cuando Giménez remató al arco desde fuera del área sin marca, pero no le dio dirección y contuvo el disparo sin complicaciones.
Eric Meza (6): Hasta el momento de su salida, junto con Conti, eran los dos mejores jugadores en la defensa. Las proyecciones suyas en este partido fueron lo más destacado que mostró Colón en los primeros 20 minutos. Buscó siempre sorprender adelantándose en campo rival a través de proyecciones y tiros de esquina. Antes de la media hora llegó el punto de inflexión con su retiro por lesión.
Facundo Garcés (4): Se nota que atraviesa su peor momento desde que debutó con Eduardo Domínguez, allá por el verano de 2021. No ofrece garantías desde hace varios partidos. Es el responsable de los dos goles. Primero intentó despejar la pelota y terminó habilitando a Bisanz, luego despejó corto con la cabeza para el remate cruzado de Coronel y el toque final del 9 de Banfield.
Germán Conti (8): A una ciudad donde nadie quiere venir, el Flaco dijo que sí. Estuvo ocho partidos como suplente, ya que su lugar fue ocupado por Paolo Goltz. Esta vez hizo su mejor partido desde que volvió al barrio Centenario. Estuvo siempre bien ubicado, hizo los relevos correctamente, despejó siempre hacia los costados. Fue el jugador que más seguridad transmitió. Resultó clave para mantener con vida al equipo al despejar una pelota en la línea que significó el segundo gol de Banfield. Bajó la pelota para Wanchope en el empate y en el final falló en la cobertura a Giménez que marcó el segundo gol.
Rafael Delgado (5): Disputó sólo 45 minutos. Antes de comenzar el segundo tiempo, Damonte decidió reemplazarlo por Favio Álvarez. Este ex jugador de Rosario Central y Defensa y Justicia no cometió errores destacables, pero tampoco tuvo intervenciones sobresalientes. La modificación se realizó para que el entrenador pudiera ajustar el esquema y jugar con una línea de cuatro defensores.
Emmanuel Más (6): Interesante en ataque, algo flojo en la marca. En la primera parte centró desde la izquierda al centro del área, Botta se dispuso a rematar al arco, pero se anticipó justo a tiempo y el balón se fue al córner. Con el centro que realizó participó en el gol del empate en el 1-1. Y en el segundo gol estaba dentro del área y no fue a tapar el centro de Coronel.
Baldomero Perlaza (6): Hizo un partido aceptable, con mucha intensidad y dejando de lado su ritmo cansino. Se mostró bastante activo en el mediocampo, llevando el ritmo del partido.
Cristian Vega (5): Intercaló buenas y malas, algunas faltas evitables. De todas formas, por momentos batalló con aciertos en la zona media y en otros pasajes mostró cierto desacoplamiento en la zaga.
Rubén Botta (5): Lo que viene sucediendo con Colón es, sin dudas, un problema psicológico. Repite viejos hábitos cada vez que tiene que jugar lejos de Santa Fe, y pareciera que el rival siempre lo supera en velocidad, intensidad y agresividad. A Colón ya le agararon la mano, lo que se refleja en los partidos de visitante y en el clásico jugado en casa, donde le costó encontrar espacios y generar oportunidades. A veces desaparece del juego. Está demasiado encima y no tiene espacios para crear algunos toques.
Javier Toledo (5): De menos a más. Trató de bajar unos metros para entrar en contacto con el balón y arrastrar marcas. Por momentos se impuso en el juego aéreo pero no pudo darle dirección a los cabezazos. Apareció para meter un cabezazo, pero no le dio con fuerza y el balón fue a las manos de Cambeses.
Ramón Ábila (6): No estaba haciendo un buen partido. De hecho no participó tanto en el desarrollo del juego. Lo único que hizo fue lateralizar el juego hacia la derecha para la llegada de Meza, buscando sorprender adelantándose en campo contrario. Pero los delanteros son así. No cuentan con demasiadas oportunidades, pero cuando tienen una, te la mandan a guardar. Capitalizó un rechazo y con una media vuelta al poste derecho de Cambeses le dio el empate temporal. Luego, dio un pase al Conejo Benítez para que metiera el balón en el área, pero el paraguayo no controló bien y se lo quitaron.
Gian Nardelli (4): Reemplazó a Meza con características diferentes. No obstante, no tuvo un buen partido. En un encuentro donde realmente no pasaba nada y el 0 los clasificaba, agarró a Bisanz de la camiseta y Dóvalo cobró el penal. Padeció algunos desbordes por izquierda y le costó progresar en ataque.
Favio Álvarez (5): Le dio mejor destino a la pelota con algunos toques en la zona media. De todas formas, fue discontinuo, ya que su rendimiento fue de mejor a peor.
Jorge Benítez (-): Siempre que entra al campo hace cosas insólitas. Cada jugada la resuelve mal. No sabe dar un pase a un compañero cuando está a un metro y sobre llovido mojado, retrocedió caminando en el segundo gol de Banfield. Recibió en el punto de penal y pasó al arquero, pero sin ángulo para patear. Trato de dar un pase atrás pero no la tocó bien y regaló la pelota a un defensor del Taladro.
Stefano Moreyra (-): Salió para jugar los últimos partidos y dar frescura al centro del campo, en un momento en el que pasaban pocas cosas y ambos equipos no arriesgaban.
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