Nació como una necesidad de fiesta para la gente humilde. Lo trajo Dios para ser el sentimiento y el grito de niños sin juguetes, pobladores de un mundo sin fantasías, de comida escasa. De convivencia dura. De una esperanza de eterna espera. Ese Dios eligió los colores y le dio el rojo de la pasión para levantarlo en cada caída y el negro del sufrimiento de la clase.
Por eso, Colón, mientras exista una casa con sabor a cosas cotidianas, donde la bandera sangre y luto se mueva al compás del viento de la vida, tu nombre no morirá jamás. Hoy 5 de mayo es una fecha que queda grabada en sus memorias y en sus corazones para siempre. Es una fecha que representa mucho más que una victoria, un empate o una derrota deportiva. Es el inicio de una historia de lucha y preserverencia. De fe inquebrantable y de amor por un equipo que trasciende lo deportivo.
Para el humilde, el hincha de Colón que vive en la calle, que no tiene nada, que lucha día a día por sobrevivir, este día es como la Navidad. Es una oportunidad de olvidarse de las penurias y de disfrutar de algo que les da sentido a sus vidas, que les da esperanza y que les hace sentir parte de algo más grande.
Es en estos momentos donde se hace evidente que el fútbol es mucho más que un deporte. Es una pasión que trasciende las barreras sociales, económicas y culturales. Es un elemento que une a las personas, que las hace sentir parte de algo más grande, que las hace olvidar sus diferencias y sus problemas por un momento.
Pero esta pasión no es exclusiva de los humildes, también se extiende a aquellos que tienen más recursos económicos. Para ellos, este día también representa una Navidad, una oportunidad de celebrar, de sentirse parte de una comunidad que comparte sus mismas emociones y sentimientos.
En definitiva, es un día especial para todos los hinchas. Un día en el que se celebra la perseverancia, el esfuerzo y el amor por un equipo que representa mucho más que una simple camiseta. Una jornada en el que se celebra la pasión por el fútbol, unidos por una misma causa. Por eso, el hincha de Colón podrá decir con orgullo y emoción que su Coloncito es su vida.
«Colón es mi vida», repite gente joven y adulta, como el querido Flaco Conti cuando se fue del club con lágrimas en los ojos, tenía que dejar el amor de su vida, dejando todo en la cancha, y llenándose por la puertra grande, tratando de dejar el mayor dinero posible al club.
«Colón es mi vida», esta vez, con lágrimas en los ojos, golpeando la mesa, emocionado. Lo dice un anciano, un «viejito» lindo que llora porque ve a su club campeón de Argentina. El sueño de su vida. Después de tantos golpes, inundaciones, descensos, tablones. Vio a Colón campeón.
Hoy es navidad, del más humilde y más pudiente. Los miles y miles de sabaleros que se agolparon en las inmediaciones del estadio para esperar el primer segundo del 5 de mayo, disfrutaron de esa fiel peregrinación que recorre la ciudad, disfrutando con amigos, con la familia. El humilde que da todo. El que da todo sin esperar nada.
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