Por Darío Fiori
Después del partido entre Racing y Unión, hubo 72 horas de pura incertidumbre en el mundo tatengue. El Kily González no ocultó su malestar con la situación del club. Las dos frases que usó para mostrar su descontento fueron bien claras: primero, dijo, “Cada vez que vuelvo de vacaciones, Unión está inhibido”; y después, con un tono de cansancio, añadió, “Esta situación cansa”. La semana pasó, y la tensión entre el presidente Spahn y el Kily se hizo cada vez más evidente. Las declaraciones del Kily no le cayeron bien a la dirigencia, y la falta de diálogo entre ellos creó un clima de descontento creciente. Finalmente, llegó el domingo y con él el partido contra Racing, dando al Kily otra oportunidad para expresar su malestar.
En el Cilindro, después del partido con Racing, el Kily se presentó en la sala de prensa con cara de pocos amigos. Aunque al principio dijo que no iba a hablar de los dirigentes, repitió tres veces la misma frase: “Yo ya sé lo que tengo que hacer”. Cuando le preguntaron sobre el “cansancio” del post Estudiantes, el Kily respondió sin rodeos: “Estoy un poco más cansado”. Con un cigarro en la mano, salió del estadio y se puso a fumar en la puerta, rodeado de gente. Era su manera de desahogarse después de la derrota, que consideraba inmerecida, y de la situación del club, que seguía con problemas como la inhibición y la imposibilidad de sumar refuerzos. En el entrenamiento en Casasol, al final de la práctica, hubo una charla a fondo entre el presidente Spahn y el Kily. Era necesario que se vean las caras para aclarar las cosas, dado que la tensión entre ambos había ido en aumento. Spahn y el Kily, que muchas veces dijeron tener una buena relación, finalmente se encontraron para discutir los temas clave. Era evidente que la paciencia del Kily se había agotado y que esta reunión era crucial. Los dos temas principales de la charla fueron: 1) La inhibición del club, y 2) La incorporación de refuerzos.
El problema de la inhibición es crítico, porque mientras no se resuelva, Unión no puede traer nuevos jugadores. Además, ninguna gestión puede avanzar porque los futbolistas responden que el club está inhibido, frenando cualquier negociación. El principal obstáculo para levantar la inhibición es la falta de acuerdo con Pascual Lezcano, el representante de Gustavo Munúa. Spahn le explicó al Kily que cada oferta hecha a Lezcano fue rechazada, complicando la resolución del problema. La inhibición se convirtió en un obstáculo fundamental para cualquier transacción o refuerzo. Cuando se pasó al segundo tema, el de los refuerzos, inevitablemente se volvió al primero, ya que una cosa depende de la otra. El Kily había pedido a Fragapane para reemplazar a Luna Diale. Sin embargo, Spahn le dijo que no podían contar con Fragapane por temas económicos y que no querían repetir el error de hacer una inversión que luego el Banco Central no autorizaría, repitiendo el mismo problema. Ante esta negativa, el Kily pidió al menos reemplazar a los jugadores que se habían ido, como Luna Diale y Vera, con el objetivo de mantener el nivel del equipo. Aunque esta solicitud era válida y necesaria, no era suficiente para lo que realmente se buscaba: potenciar el plantel y elevar el nivel con nuevas incorporaciones que mejoren el equipo.
Luis Spahn, presidente del club desde 2009 y que terminará su mandato en junio de 2025, enfrenta un año clave con las elecciones a la vista. El tiempo apremia y la política en el club empieza a moverse, añadiendo complejidad a la situación. La reunión entre Spahn y el Kily, a pesar de la tensión, se calificó como positiva porque permitió una conversación directa y esclarecedora. Sin embargo, el desafío para el presidente es entender la gravedad del momento y aprovechar la oportunidad para superar los obstáculos actuales y enfocarse en metas más ambiciosas, como clasificar a competiciones internacionales.
En la ciudad se habló mucho sobre el sentido de pertenencia. Nadie duda que este plantel lo tiene, ni que el Kily González, al decir que tiene la camiseta de Unión puesta, está siendo sincero. El crecimiento del técnico, la armonía en el grupo y la competitividad del equipo son evidentes. A pesar de las dificultades y limitaciones, el plantel ha demostrado que, con menos recursos y nombres, ha sabido competir a un alto nivel, como se vio en el partido contra Racing. La clave ahora será superar los obstáculos administrativos y financieros para seguir adelante con el proyecto y cumplir con las expectativas de la hinchada tatengue.
Una vez más, los jugadores salieron a bancar al DT. La gente también lo respaldó con cánticos como “¡El Kily es del Tate, del Tate no se va!” que se escucharon fuerte en las tribunas. En el fútbol, el sufrimiento parece ser parte de la experiencia, y esta vez, el equipo vivió momentos de esos que son agónicos pero también esperanzadores. El partido fue complicado, y el rojiblanco se llevó una victoria que, al principio, no parecía del todo justa según cómo se había desarrollado el juego. Unión, a pesar de no haber jugado su mejor partido, logró ganar gracias a un golazo de Pittón, que le dio la victoria al equipo y lo colocó como segundo en la tabla. La victoria fue celebrada con todo, aunque el empate hubiera sido el resultado más justo según el partido.
Qué regalo de cumpleaños, yorugua
Como decía Jorge Valdano, el fútbol es, por encima de todo, un estado de ánimo. Esta frase se cumple cada fin de semana, en diferentes canchas y de muchas formas. Hace menos de tres días, el uruguayo Thiago Cardozo había sido el responsable de la única derrota del Tate hasta ahora, que fue en la cancha de Racing. Frente a Central, no tuvo que intervenir mucho, porque aunque tenían la pelota y dominaban el medio, nunca lo exigieron demasiado. Pero cuando quedaban solo tres minutos para el final, Mosqueira le cometió un penal a Jonathan Gómez, y ahí aparecieron las manos del ex arquero de Peñarol para evitar lo que hubiera sido un empate más que merecido.
Pardo, siempre Pardo
Cada vez está mejor. En un partido complicado, Franco Pardo que hoy no jugó como líbero sino como primer marcador central, estuvo muy firme. Aunque enfrentó delanteros rápidos y volantes que se desprendían para llegar libres al área, siempre estuvo presente y nunca escatimó esfuerzo ante los rivales, transmitiendo seguridad al equipo. En defensa, no tuvo problemas, ya que controló bien a Enzo Copetti y Marco Rubén. En ataque, le metió una buena pelota a Balboa, que Broun terminó tapando. En el segundo tiempo, se mandó una corrida de arco a arco, pero como no encontró opciones de pase, la jugada se perdió. De todas maneras, la gente lo ovacionó al final.
Un Pittonazo para llevar alegría
Por último Mauro Pittón. Otro de los que venía para el aplazo, porque no le dio fluidez, claridad, ni dinámica al mediocampo del Tate. Pero cambió el partido con un derechazo al segundo palo de Jorge Broun y le dio la cuarta victoria de Unión en condición de local fueron los tres puntos fuertes de la gran victoria del Tate.
El partido
No fue bueno el comienzo de Unión. En los primeros minutos, Central estaba a pleno, recuperando la pelota alto en la cancha y metiendo presión. Jaminton Campaz, que no paraba de moverse, se descolgaba por la izquierda y se notaba que a Unión le costaba salir. El Tate trataba de ser vertical, pero cometía algunos errores en las salidas. Central estaba muy metido en el partido, y los delanteros presionaban bastante fuerte cada vez que Unión intentaba salir desde el fondo. El Canalla estaba decididamente tratando de cortar todos los circuitos de juego del rival. En cuanto a la mitad de cancha, Central la dominaba completamente. Joaquín Mosqueira, que la verdad estaba jugando para que le saquen el puesto, no tuvo un buen desempeño. Aunque, como no hay recambio, sigue siendo el 5 titular. Su nivel fue para el olvido. En el primer tiempo, Central se adueñó de la zona de medio campo y tenían demasiada libertad para moverse a sus espaldas. El mediocampo del Tate nunca funcionó bien, le faltó fluidez porque jugaban directo a los dos delanteros y no lograban conectar bien. Encima, cada vez que Campaz tenía la pelota, salía a cortar mal y terminó sacándose una amarilla rápido. El colombiano se movió de la banda izquierda al centro, justo detrás del único 5 que tiene Unión, y para colmo, cometió un penal infantil a Jonathan Gómez. Se lo podía haber echado tranquilamente por esa falta.
Cuando Central tenía la pelota, Unión se plantaba en un bloque medio, con Nicolás Orsini buscando los pelotazos y el juego directo. Como Unión apostaba a esos pelotazos, Adrián Balboa era el que aguantaba las pelotas en la mitad de la cancha, aunque estuvo bastante intermitente. Rotaba mucho con el ex Boca en la posición de 9 y generó la primera chance para el Tate a los 13 minutos, cuando recibió en el área de Central y disparó desde la derecha. Sin embargo, Broun tapó el remate con un manotazo. En el segundo tiempo, en el área del Canalla, el ingresado Del Blanco le dio un pase al medio para Balboa, que remató de media vuelta, pero no le dio fuerza y el arquero de Central se quedó con la pelota. Nicolás Orsini, como siempre, se sacrificó para retroceder hasta la línea de los volantes. Entonces, cuando Unión recuperaba la pelota, el arco de Jorge Broun quedaba muy lejos y necesitaban que algún mediocampista rompiera líneas. Pero claro, Orsini estaba contratado para hacer goles y sigue sin encontrar el camino. Terminó saliendo para que entrara Gonzalo Morales.

La foto inicial, antes del pitazo de Tello mientras se hacía un minuto de silencio por el fallecimiento del exjugador tatengue Eduardo Sánchez, mostró bien los sistemas tácticos de cada equipo. Central estaba parado en un 4-1-3-2, con Mauricio Martínez jugando más adelantado que Franco Ibarra, mientras que Unión optó por un 5-3-2. Los laterales, Vargas por derecha y Bruno Pittón por izquierda, empezaron el partido bien abiertos en la mitad de la cancha. Con este panorama, Unión tomó el control del partido en los primeros quince minutos. Con dos faros como Balboa y Orsini adelante, complicaron a un nervioso Juan Giménez, que fue amonestado bastante temprano. El Tatengue tuvo la primera chance a los 13 minutos, cuando Balboa le ganó el duelo a Giménez, pero Broun salvó el gol y, en el rebote, Coronel se puso la capa de héroe y evitó la caída de su arco sobre la línea.
Con el pasar de los minutos, el Tate fue encontrando su lugar en la cancha. Se plantó con la presión alta que el Kily siempre busca, obligando a Juan Giménez, el defensor central de Central, a cometer algunos errores. Los volantes de Rosario Central estaban ralentizando el juego y, especialmente, tapando los movimientos de Jaminton Campaz por el costado izquierdo. Aunque este Unión es conocido por ser sólido defensivamente y tener un buen equilibrio en todas las líneas, hoy parecía que no lograban crear mucha atmósfera. Miguel Torrén, que había tenido un buen partido en el Cilindro de Avellaneda, dejó algunas dudas, sobre todo en el primer tiempo. En un avance de Unión, dio un pase atrás que quedó corto y Enzo Copetti le ganó en velocidad. Cardozo tuvo que salir a rechazar con los pies, lo que habilitó a Marco Rubén para quedar mano a mano con el arquero. El ídolo canalla intentó picársela al arquero uruguayo, pero el disparo no tuvo fuerza. Al final de los primeros cuarenta y cinco minutos, Central estaba mucho mejor que el Tate. Unión tuvo problemas para marcar, ya que Marco Rubén se movió por todo el ataque, se descolgó a los costados y bajó hasta la mitad de la cancha. Aunque Torrén lo siguió de cerca, le costó ganarle el duelo al centrodelantero visitante.
En los primeros minutos del partido, el ritmo era bastante lento, casi cansino. El juego se desarrollaba con una cadencia pastosa, como si ambos equipos estuvieran aún tratando de encontrar su ritmo. La sensación era de pesadez, como si los jugadores estuvieran luchando contra una inercia que no los dejaba moverse con fluidez. A pesar de esta falta de dinamismo, Unión tuvo la primera ocasión clara para abrir el marcador. Fue en el minuto 13 cuando una larga habilitación de Franco Pardo, que fue la figura del partido, permitió al Tate acercarse al área rival. El ex All Boys lanzó un pelotazo certero desde el medio campo, rompiendo la defensa de Giménez. Rocky Balboa, mostrando gran tenacidad, aguantó la marca de Giménez y se posicionó bien en el área de Central. Recibió el pase justo en el borde del área, desde la derecha, y preparó su remate con la intención de marcar el primer gol del encuentro. El uruguayo ejecutó un tiro potente y dirigido al arco, pero el arquero Broun estaba muy atento. Con un manotazo oportuno, Broun, quien recibió algunos sílbidos por su pasado en Colón desvió el balón y evitó que el disparo se convirtiera en gol. El rebote cayó en el área chica, y Bruno Pittón, con la intención de aprovechar la segunda oportunidad, se lanzó para intentar concretar la jugada. Sin embargo, el ángulo se le cerró demasiado rápido y la chance de gol se esfumó. El lateral izquierdo no pudo hacer mucho más para generar peligro, y la defensa de Central se recompuso rápido.

Desde el inicio del partido, Unión tuvo serias dificultades para salir limpio desde el fondo. Central, con una presión alta y organizada, complicaba enormemente la salida de balón del dueño de casa. Jonathan Gómez se destacaba especialmente en esta presión, marcando de cerca a Bruno Pittón, quien era el principal intento de salida por la banda izquierda. Esta presión constante dejaba a Unión sin opciones claras para avanzar con el balón controlado, forzándolos a buscar alternativas en un contexto cada vez más complicado. El mediocampo del Tate, por su parte, no lograba encontrar fluidez en su juego. Parecía fallar en la transición del balón y en la construcción de jugadas. La estrategia de saltear líneas, optando por el juego directo hacia los dos centrales, no estaba funcionando como se esperaba. Esta falta de fluidez en el mediocampo se traducía en una incapacidad para conectar y crear jugadas, afectando negativamente la dinámica del juego. Además, cada vez que el balón llegaba a los pies de Campaz, la situación se volvía aún más complicada para Unión. Mosqueira, encargado de marcar al colombiano, se veía obligado a salir a cortar a destiempo, en un intento desesperado por frenar el avance del rival. Esta decisión precipitada no solo resultaba en faltas innecesarias, sino que también le costó una tarjeta amarilla, una sanción que limitaba su capacidad de intervención durante el resto del partido. La presencia del colombiano se volvió particularmente problemática cuando, recostado originalmente sobre la banda izquierda, comenzó a centralizarse en el terreno de juego. Pero fue solamente eso, porque con el correr de los minutos, no impactó destacándose únicamente por unas pocas pisaditas en la mitad de la cancha que resultaron ser poco efectivas. Desde el inicio del encuentro, no logró encontrar su ritmo ni la conexión adecuada con sus compañeros, lo cual evidenció una desconexión evidente con el flujo del partido.
Durante el primer tiempo, Campaz no supo aprovechar los espacios ni las oportunidades para influir en el ataque de su equipo. La estrategia de juego directo, que era necesaria para superar la presión alta de Central, no fue entendida ni ejecutada por el colombiano. En vez de buscar y conectar con los delanteros con pases precisos y verticales, Campaz optó por un juego más conservador, con toques cortos y pases laterales que no aportaban nada al ataque. La falta de visión para cambiar el ritmo del juego y buscar alternativas más ofensivas hizo que su contribución al juego fuera casi nula. Mientras sus compañeros trataban de superar la presión con pases largos y movimientos arriesgados, Campaz se limitó a hacer jugadas que no generaron ninguna amenaza real. Esta falta de iniciativa y creatividad contribuyó a que el mediocampo del Tate se estancara, luchando por encontrar fluidez y conexión entre las líneas.
Los delanteros de Unión bajaban hasta el mediocampo, lo que complicaba mucho la salida del equipo cuando recuperaban la pelota. Con los delanteros tan cerca de la mitad de la cancha, el arco de Jorge Broun estaba demasiado lejos para que Unión pudiera hacer un ataque rápido. Era claro que no había muchas opciones ofensivas inmediatas, y el equipo necesitaba urgentemente que algún mediocampista rompiera líneas y diera una alternativa más avanzada. El Kily González, viendo esto, le dio instrucciones a los hermanos Pittón para que intentaran mantener un poco más la posesión del balón. Pero Bruno Pittón no pudo mostrar el desborde y la sorpresa que había tenido en el partido contra Racing en el Cilindro de Avellaneda. Hoy estuvo más contenido en la marca y no pudo desbordar como antes. Cada vez que un jugador de Central agarraba la pelota, el Tate intentaba atacar por la derecha, aprovechando las subidas de Coronel y los movimientos de Jonathan Gómez. Pero Bruno no pudo hacer mucho para frenar la presión, y su rendimiento quedó por debajo de las expectativas. Solo jugó 45 minutos antes de ser reemplazado, y se notó que podría haber aportado más.

Por otro lado, Lautaro Vargas empezó el partido con buenas intenciones y una actitud ofensiva prometedora. En el primer tiempo, tuvo bastante libertad para subir al ataque, y el Kily le había pedido que fuera una opción válida de pase. El juvenil, que hace días firmó su contrato hasta diciembre de 2026 desbordó varias veces, aunque sus centros se fueron largos y no lograron concretar las ocasiones. En la marca, estuvo sólido; a pesar de que Central llegó un par de veces por el costado izquierdo, especialmente con la participación de Agustín Sández y Jaminton Campaz en esa zona, Vargas no sufrió demasiado con el colombiano. Sin embargo, terminó saliendo lesionado y fue reemplazado por Francisco Gerometta, lo que desestabilizó aún más la defensa del Tate. Con el correr de los minutos, la imprecisión de Unión en las salidas se volvió cada vez más evidente. Esta falta de precisión en la transición del balón estaba claramente siendo ganada tácticamente por Miguel Ángel Russo, el técnico rival. Aunque el Kily González hizo algunos ajustes en el entretiempo, el impacto de estos cambios en el rendimiento del equipo todavía estaba por verse. La falta de respuesta efectiva y la incapacidad para superar la presión alta de Central seguían siendo problemas grandes para Unión, que buscaba desesperadamente una solución para revertir la situación en el segundo tiempo.
El dueño de casa no podía desarmar el planteo defensivo que Miguel Ángel Russo había armado para el partido. Central logró bloquear muy bien las bandas y cortar todo el juego por el medio, lo que hizo que los hermanos Pittón, que normalmente podrían haber sido claves para armar el juego, quedaran completamente apagados. La falta de progresión ofensiva del Tate era clara, y no encontraban la forma de superar la barrera defensiva que había puesto la visita. Mientras tanto, Central seguía con su plan de presionar alto para recuperar la pelota, pero el ataque tampoco estaba siendo efectivo. La estrategia de los visitantes parecía estar funcionando a la perfección, ya que el partido se jugaba a su ritmo. Central controlaba el juego y siempre buscaba el sector derecho, o sea, el lado izquierdo de Bruno Pittón, aprovechando las subidas de Coronel para generar peligro. Sin embargo, concretar las oportunidades seguía siendo un tema complicado para ellos.
Recién en el minuto 27 Central tuvo una llegada clara. Fue a través de un lateral que, en dos o tres toques, le permitió a Caramelo Martínez, que se había descolgado de la línea de volantes, tiró un zurdazo que pasó muy cerca del palo de Thiago Cardozo. La jugada mostró que, a pesar de la buena defensa de Unión, Central seguía buscando maneras de romper el muro defensivo. Por el lado de Unión, la historia estaba complicada porque no había mucho volumen de juego. A pesar de su rapidez para retroceder y su capacidad para organizarse en defensa, seguía sin poder hacerse fuerte en la mitad de la cancha. Los jugadores de Central movían el balón a gusto, y Unión no podía hacer mucho para interrumpir su juego. Cada vez que los habilidosos del Canalla agarraban la pelota, la calidad y precisión con la que la administraban dejaban claro que el Tate estaba perdido en el mediocampo. La falta de presencia y control en esta zona crucial permitía que Central dictara el ritmo del partido y aprovechara cada espacio que dejaba Unión. Mientras tanto, el equipo del Kily González parecía desconectado y sin ideas claras para contrarrestar la superioridad de su rival.
Iba con más ganas que con ideas claras. Se notaba que Unión quería avanzar y generar peligro, pero se recaía siempre en centros imprecisos y no lograba ser claro en sus intentos ofensivos. Todo el juego se volcaba principalmente por el costado derecho, con Lautaro Vargas como el principal protagonista. Pero, por más que lo intentaba, los centros del ex lateral de Defensa y Justicia no tenían dirección ni precisión, así que terminaban sin peligro. Central, en cambio, aprovechaba muy bien el ancho de la cancha. Agustín Sández, por el costado izquierdo, subía con frecuencia y metía un par de centros peligrosos para Marco Rubén. Aunque en defensa tuvo sus altos y bajos, con algunas buenas y malas intervenciones, su aporte ofensivo fue notable. El ex Boca y que supo sonar en los dos clubes de la ciudad, tuvo la capacidad para abrir el campo, y se convirtió en una de las claves del juego de Central. Emanuel Coronel, otro lateral del Canalla, tuvo un momento crucial cuando sacó una pelota en la línea antes del cuarto de hora, evitando lo que podría haber sido un gol para Unión. Esa intervención le subió el puntaje en una noche donde no se salvó casi nadie de Central y mostró su importancia en el partido, aunque en el primer tiempo le ganó el duelo a Mauro Pittón, en el segundo fue superado por Mateo Del Blanco. Coronel casi nunca se proyectó al ataque, limitándose a cumplir su función defensiva y manteniendo a raya a los jugadores del Tate. En cuanto a Marco Rubén, fue una de las principales amenazas para la defensa de Unión. Estuvo activo y peligroso en el área rival, obligando a los defensores a intervenir varias veces. Pero, como en otros partidos, su influencia en el juego se fue apagando con el tiempo. Marco hizo lo posible por desprenderse de la marca de los tres zagueros centrales de Unión y tuvo dos cabezazos que fueron desviados, demostrando que estaba en el lugar adecuado pero sin poder concretar.

El mercado de pases de verano fue movido, y uno de los temas que se repitió fue la insistencia del Kily González en sumar a Jonathan Gómez. No era un capricho del Kily. En el partido contra Inter, aunque Gómez no brilló tanto como en Brasil, donde había sido la figura, su rendimiento fue bastante bueno. Se notó que, a pesar de ser algo irregular, su presencia en la cancha hizo la diferencia. En Brasil, Gómez había jugado por la izquierda, pero contra Inter ocupó la banda derecha. La adaptación no fue fácil y le costó un poco meterse en el ataque. Pero cuando empezó a encontrar su ritmo, mostró que podía ser el primer volante auriazul capaz de romper líneas rivales. Un claro ejemplo de su aporte fue el pase filtrado que le dio a Marco Rubén. Miguel Torrén lo habilitó bien y Franco Pardo, tratando de seguir la jugada, no pudo evitar que Rubén quedara mano a mano con el arquero rival. El ídolo Canalla intentó definir con una picardía, queriendo picársela a Cardozo, pero su disparo no tuvo potencia y se perdió una oportunidad clara. El primer tiempo terminó con Central mostrando un rendimiento que, aunque aún no es perfecto, daba señales de tener potencial para llevarse la victoria. La defensa, aunque firme, aún tiene margen para mejorar en la conexión y en los detalles que pueden marcar la diferencia. A pesar de una buena solidez defensiva, el equipo necesita ajustar su capacidad para concretar las jugadas y aprovechar esos momentos clave que suelen decidir los partidos. Del otro lado, Unión estaba teniendo serias dificultades para generar juego. La falta de concentración y cohesión en el equipo quedó clara durante el partido. Los errores se multiplicaron, lo que impidió que el equipo desplegara una estrategia efectiva en el mediocampo. A pesar de los intentos por mejorar, Unión mostró problemas persistentes en la construcción de juego, lo que se tradujo en una incapacidad para imponer su ritmo y crear oportunidades claras.
Segundo tiempo
En el segundo tiempo, el Kily González empezó a mostrar su mano con los cambios estratégicos. Mateo del Blanco entró por Bruno Pittón con la idea de darle más amplitud y profundidad al ataque. Cada vez que Del Blanco tuvo la chance de sumarse al ataque, lo hizo con criterio y decisión. Uno de sus pases más destacados fue el que le dio a Rocky Balboa, quien remató de media vuelta al arco de Broun. Pero el tiro no tuvo mucha fuerza y el arquero de Central se quedó con la pelota sin problemas. El aporte más importante de Del Blanco fue cuando asistió a Mauro Pittón para que marcara el 1-0, que al final fue el resultado definitivo del partido. Al igual que al comienzo del segundo tiempo, Marco Rubén seguía aguantando de espaldas contra Lautaro Vargas, esperando el apoyo de Jonathan Gómez. Pero, esta vez, Gómez estaba marcado por Torrén y perdió el duelo nuevamente.
El segundo tiempo fue un caos para ambos equipos, pero especialmente para Unión. El Tate seguía sin poder armar un juego colectivo que funcione, y se notaba cada vez más que no podían cruzar la mitad de la cancha. Central aprovechó esta debilidad y trató de presionar y meter a Unión en su propio arco con pelotas detenidas, pero no lograba generar peligro real. El Kily González hizo el mismo cambio que en el partido contra Racing: sacó a Torrén y metió al Toro Morales. Esto rompió la línea de cinco defensores y pasó a jugar con un 4-3-3, con Morales, Orsini y Balboa como el tridente ofensivo. El Toro, que venía de marcar dos goles en los partidos anteriores, tuvo una chance con un zurdazo desde lejos. El tiro parecía sencillo, pero la pelota le picó mal a Fatura Broun y la mandó al córner. Sin embargo, el esquema de triple 9 no duró mucho. El Kily decidió sacar a Orsini y meter a Gamba, cambiando el ataque nuevamente. Unión intentaba adelantar líneas, pero seguía sin claridad. Mientras tanto, Central se agrupaba bien en la defensa, esperando para dar el golpe con un contragolpe. El complemento fue un desfile de jugadas cortadas, con Facundo Tello pitando faltas tanto para el Tate como para el Canalla. El árbitro no dejaba que el juego fluyera y todo se volvía más caótico y desordenado.

El Kily cambió esa línea de 3/5 por un 4-3-3 y le dio muy buenos resultados, porque a los 70 minutos Mauro Pittón, desde afuera del área, rompió el cero en el marcador para Unión. De repente, y en un partido que parecía que terminaba 0 a 0, el Tate estaba cada vez más cerca del 2 a 0 que Central de descontar. Morales tuvo un tiro desde afuera del área que parecía sencillo, pero la pelota le picó mal a Fatura Broun y se fue al córner. Lo raro fue la pasividad de Russo para hacer cambios. Justo después del 0-1, hizo la primera variante y sacó a Marco Rubén, que fue uno de los pocos que intentó hacer algo en ataque. Lo mandó al pibe Agustín Módica, que había sido clave para Central en la Copa Libertadores con goles importantes. Automáticamente, el Kily agotó los cambios y metió a Francisco Gerometta por Vargas por una lesión. En esa ventana, Enzo Roldán entró por Simón Rivero para moverse por el costado izquierdo. Para un equipo que genera poco juego y, por lo tanto, pocas situaciones de gol, las que tiene hay que aprovecharlas al máximo. Y, como se sabe, no hay mejor oportunidad que un penal. Central tuvo uno a cinco minutos del final, pero Enzo Copetti falló el tiro después de una jugada muy discutida, que empezó con la amonestación de Facundo Tello a Jonatan Gómez por simulación y terminó con la intervención del VAR y la sanción del penal. El árbitro le sacó la amarilla a Gómez y se pensó en mostrarle la segunda amarilla a Mosqueira (el autor de la falta), pero como no fue una falta tan dura, no correspondía.
Cuando Tello pitó el penal, Enzo Copetti se acercó enseguida al punto de tiro, y Agustín Sández y Mauricio Martínez también fueron a hablar con él, como pidiéndole que lo tirara. Pero al final fue el platinado quien se hizo cargo. Era la chance perfecta para llevarse algo desde Santa Fe, lo que hubiera sido un buen maquillaje para una actuación floja, con poco brillo en lo futbolístico. Y ese andar gris del partido hizo que el resultado siempre estuviera lejos para Central, porque hasta ese momento, no habían tenido oportunidades claras: solo un tiro de zurda desde afuera de Mauricio Martínez y un cabezazo desviado de Marco Rubén, ambos en el primer tiempo. Quizás la más clara fue esa definición de Rubén que se fue apenas afuera y que cobraron offside, pero si el 9 convertía, se hubiera revisado y parecía estar habilitado. En el segundo tiempo, ni siquiera tuvo una aproximación de riesgo. Entonces, ¿Qué mejor que un penal cuando estás perdiendo y faltan pocos minutos para el final? Además, Miguel Ángel Russo había hecho cambios mínimos, solo metió a Lautaro Giaccone por Jaminton Campaz y a Agustín Módica por Marco Rubén, pensando que lo que había hecho el equipo hasta ese momento era suficiente. ¿Cómo llegó esa jugada? Todo empezó con un gran error de FacundoTello. El árbitro le sacó amarilla a Jonatan Gómez por simulación, cuando en realidad hubo un claro pisotón de Rivero. Germán Delfino llamó al árbitro del partido y, tras revisar el VAR, rectificó su decisión: marcó el penal y le sacó la amarilla al volante de Central. En ese momento, parecía que Mosqueira debería haber sido amonestado, pero con el penal ya sancionado, solo correspondía amarilla para una falta bruta, que claramente no fue el caso. A pesar de todo, Central tuvo el empate en sus manos, pero el tiro desviado de Enzo Copetti y la buena intervención de Thiago Cardozo dejaron al Canalla con las manos vacías.

“No reclamen nada, traguen veneno. Acepten la injusticia que todo se equilibra al final”. Spahn respira y el Kily con lo que tiene, pelea el campeonato.
⚠ Descargá la App SOY Tatengue haciendo click aquí y unite a nuestro Grupo de Whatsapp‼
Comentarios de post