Por Darío Fiori
«Luna de Avellaneda» es una de esas películas que realmente tocan el corazón. No solo es tierna y sensible al abordar temas que nos llegan al alma, como el amor por un club, sino que también nos hace reflexionar sobre los cambios culturales que estamos viviendo. Estos cambios afectan a las instituciones y nos hacen reaccionar de distintas maneras mientras buscamos respuestas. Un club, como cualquier otra institución, crea cultura. Define valores y principios que lo hacen único. Muchos autores hablan de esto, y aunque no es el momento para citarles, sería genial que los dirigentes del fútbol argentino los conocieran. Cuando esa cultura y esos valores se ven amenazados o ignorados, es común que surjan reacciones que reflejan el reclamo por lo perdido y la frustración por los ideales traicionados.
El futuro debería ser para los apasionados, los soñadores y los que juegan en equipo. Debería ser el tiempo de quienes apuestan al talento humano como motor de cambio y generador de oportunidades. Cuando los que se creían héroes tomaron el mando, sus proyectos a menudo fracasaron, más allá de algún logro pasajero, porque eran iniciativas individuales que no ayudaban al grupo. El futuro necesita liderazgo real, no héroes. Debe ser un tiempo de ideas concretas, no de palabras vacías; de construcciones sólidas, no de demagogia y contradicciones. Habrá un momento en que el bien común en el club será tan importante como en nuestras vidas personales. La vida en comunidad es como una familia extendida, donde compartimos ideales y esfuerzos para lograrlos. Ahora mismo, valores como la honestidad, la capacidad y la confianza están en duda, y eso pinta un futuro complicado. Pero con los nuevos aires y el apoyo de más gente, surgirán inevitablemente los apasionados, los soñadores y los que trabajan en equipo.
Vuelvo a «Luna de Avellaneda» y me acuerdo de Román, el personaje de Ricardo Darín, que con angustia y optimismo pregunta: “¿Cómo se hace un club nuevo?”. Hoy esa pregunta está dirigida a los socios e hinchas del Tate. No porque haya que crear un nuevo club, sino porque hay que recrearlo. Tal vez la pregunta debería ser: “¿Cómo hacemos el club de nuevo?”. Es el momento de los apasionados, los soñadores y los que trabajan en equipo, de manera horizontal, y que deben ser disruptivos, creativos e innovadores. Deben rescatar los valores del pasado glorioso, entender las exigencias del presente y pensar en el futuro para que la tradición de éxitos nunca se pierda. Como en el partido contra Rosario Central, donde, a pesar de la victoria, la hinchada aplaudió al equipo y criticó a la dirigencia. El Kily mostró su prudencia, pero después del enfado del lunes y el famoso “Yo sé lo que tengo que hacer”, era claro que necesitaba respuestas sobre por qué el club sigue inhibido y sin refuerzos. ¿Qué quiere el técnico? Si se levanta la inhibición, llega la calma. ¿Necesita refuerzos? Sí, porque el plantel es corto y el torneo es largo. Unión juega con mucha intensidad física, pero le falta profundidad en algunos puestos, como se notó contra River. Entre la inhibición sin resolver, los refuerzos inciertos (aunque Unión necesita al menos un par de jugadores) y la decisión de cobrar para ver el partido con River, la gente volvió a expresar su malestar con la comisión. Aunque declarar un día del club es legal, el enojo se centra en la parte deportiva y en la falta de diálogo con el técnico, que ya había pedido explicaciones hace una semana y no las había recibido.
El hincha demostró una vez más que su pasión no tiene límites
Este amor por Unión no entiende de crisis económica. En medio de una recesión que no da tregua, con la inflación disparada y la situación económica complicada, el hincha de Unión demostró una vez más que su pasión no tiene límites. A pesar de todo, los socios se hicieron presentes. Alrededor de 23.000 hinchas, con la cuota al día, se movilizaron para apoyar al equipo en tiempos difíciles. El 15 de abril quedó marcado como una fecha que demostró la fuerza de la hinchada. Con el partido contra River a la vista, los socios no dudaron en desembolsar los 10.000 pesos necesarios para estar allí. Pasaron por la ventanilla virtual y también por la ventanilla real, poniendo de su bolsillo en tiempos duros para no perderse esta cita tan esperada. El amor por el club no se mide en dinero, sino en compromiso y pasión. Esta tarde, después de que todos cantaran el «que los cumplas feliz» para el «Kily» Cristian Alberto González en su cumpleaños, los hinchas no solo aplaudieron la entrega del equipo en la cancha, sino que también, al igual que contra Central, dejaron claro su descontento con la actual dirigencia liderada por Luis Spahn. Aunque la situación económica es complicada, el mensaje fue claro: el apoyo al equipo es incondicional, pero también hay críticas hacia la gestión. El partido no estuvo exento de problemas. Decidir cobrar el bono de entrada en medio de la crisis y justo cuando muchos aún no habían cobrado, fue una jugada desafortunada. A eso se sumaron líos administrativos y de comunicación que complicaron aún más las cosas.
Hubo errores con los números de los grupos familiares y confusiones sobre el pago de los menores. Primero dijeron que «menores de 12 años no pagaban el bono», luego cambiaron a «menores de cinco años no pagaban». Un verdadero caos que mostró la falta de coordinación en la organización. A pesar de todos estos problemas, el 15 de Abril dejó una imagen impresionante en el estadio, con un lleno total que recordó a los clásicos de épocas pasadas. La tribuna estaba tan llena que no había espacio para más gente. Además, hubo un pedido especial para no colgar banderas en el alambrado, especialmente en la tribuna Pujato, para que los que estaban abajo pudieran ver el partido sin obstrucciones. En resumen, la pasión del hincha de Unión quedó más que clara esa noche. A pesar de las dificultades económicas y los problemas organizativos, el amor por el club y el compromiso con el equipo siguen siendo más fuertes que nunca. La hinchada demostró que, sin importar las adversidades, su apoyo al equipo es inquebrantable y su deseo de ver a Unión triunfar sigue intacto. Así, en medio de la crisis, el hincha de Unión sigue haciendo historia, mostrando que el amor por el club no entiende de crisis ni de dificultades.
River fue dominador del primer tiempo
Desde que el Kily González asumió el 30 de junio y tuvo su primera presentación en el Monumental José Martín Fierro, que fue una derrota ante Atlético Tucumán, hasta el empate de hoy, ha sido difícil encontrar un partido en el que haya sido superado durante gran parte del primer tiempo. El primer tiempo fue un verdadero calvario para el equipo tatengue. River, con una propuesta agresiva y bien planteada, dominó todos los sectores de la cancha y la figura indiscutida del primer tiempo fue el arquero Thiago Cardozo. El guardameta tuvo intervenciones clave que evitaron que el marcador se abriera en contra de Unión. Con atajadas que parecían milagrosas, el uruguayo demostró por qué es uno de los pilares del equipo, y en varias ocasiones los palos también se convirtieron en grandes aliados, manteniendo el 0 a 0 en el marcador.
Las buenas intenciones de Unión duraron apenas 10 minutos, con esa presión afiaxiante en la zona tres cuartos de la mitad de la cancha. Uno de los abanderados fue el zurdo Simon Rivero, desplazándose, tanto por izquierda como por derecha. Sorprendió a pocos y a extraños su salida al cabo de los primeros cuarenta y cinco minutos iniciales, ya que fue uno de los volantes ofensivos de buen pie que dispone el Tate en el sector central que intentó ir hacia adelante. Según lo que comentó el técnico en conferencia de prensa, fue por una molestia física. Y acá es donde ponemos en debate una vez más la falta de recambios que tiene el rojiblanco en el banco de suplentes. Hay una serie de razones para considerar este empate como valioso. Unión comenzó a sentir el impacto físico de haber jugado ante cuatro equipos de mucha jerarquía.
El club sigue inhibido, y tras las pérdidas de Mauro Luna Diale y Federico Vera, hoy tampoco pudimos contar con Nicolás Orsini por lesión, ni Claudio Corvalán. Si algo se le puede reprochar al equipo, es que debió tener mayor decisión a la hora de rematar al arco. Es imposible saber cuánto mejor estaría si estuviera refuerzos de calidad, acorde a la campaña que lleva a cabo la entidad de López y Planes: segundo, a un punto del líder y en zona de Copa Conmebol Sudamericana: una contrafactual que ha pasado tantas veces por nuestra mente, porque en cada mercado de pases vemos la misma película.
Del otro lado, estaba River. Cuando Jorge Brito, Matías Patanian y Enzo Francescoli se encontraron con Martín Demichelis en el Monumental el sábado por la tarde, poco después de las 6, ya estaban pensando en qué hacer a continuación. El plan para encontrar un nuevo técnico ya estaba en marcha. Gracias a algunos contactos cercanos a Marcelo Gallardo, el presidente del club había confirmado que el Muñeco estaba dispuesto a volver a enfrentar el desafío después de haber ganado 14 títulos con el equipo. Aunque Gallardo es conocido por su discreción y prefería no hablar mucho antes de que se hiciera pública la noticia de la salida de Demichelis, hubo señales claras de que su regreso estaba en camino. El lunes al mediodía está marcado como el día en que firmará contrato. Brito, que tiene buena onda con Gallardo, se encargó de las gestiones a través de llamadas y reuniones a distancia. Después de una experiencia irregular en Arabia Saudita con Al-Ittihad, donde tuvo problemas con el delantero Karim Benzema, Gallardo volvió a Argentina para estar cerca de su familia, especialmente de su padre, Máximo. Aunque la última vez que estuvo en el Monumental fue para ver a la selección argentina ganar en un partido amistoso el 23 de marzo de 2023, Gallardo nunca cortó del todo los lazos con River y a veces va a Ezeiza a ver a su hijo Santino jugar en la quinta división. Su despedida como entrenador de River fue el 13 de noviembre de 2022 en un amistoso en Mendoza, donde ganó 4-0 contra el Real Betis.
En medio de lágrimas y aplausos, se despidió con la esperanza de regresar algún día, siempre con la idea en mente de que nunca ha estado más de cuatro años alejado de River desde que llegó a las inferiores. Ahora, después del fallecimiento de su representante y amigo Juan Berros, y con la necesidad de estar cerca de su padre, Gallardo mostró interés en volver. Las conversaciones están en marcha, pero aún falta la reunión en persona para definir los detalles del contrato, como los honorarios, el cuerpo técnico, la duración del contrato y, lo más importante, qué poder tendrá Gallardo si regresa. Uno de los puntos clave será el rol que tendrá en el área de fútbol, ya que sus expectativas sobre el organigrama del club serán fundamentales. Aunque Gallardo nunca explicó en detalle los motivos de su salida después del anuncio en octubre de 2022, hubo algunos conflictos internos durante sus últimos meses en el club. El desgaste y la falta de títulos recientes afectaron el ambiente. Tras la salida de Gallardo y la llegada de Demichelis el 6 de junio de 2014, el nuevo DT ganó la Liga Profesional en 2023, el Trofeo de Campeones en diciembre del mismo año y la Supercopa Argentina en marzo. Sin embargo, Demichelis no logró ganarse del todo al público, y la irregularidad en los últimos partidos dejó a muchos pensando en el regreso de Gallardo. Por eso, Brito, obligado a buscarlo, empezó a hacer los contactos necesarios para ver si Gallardo estaba dispuesto a volver. Así comenzó la operación para traerlo de vuelta, con discreción para evitar filtraciones. Ahora, con el objetivo de ganar la quinta Libertadores en la historia de River, la vuelta de Gallardo parece cada vez más cercana. Multicampeón a nivel local e internacional y responsable de hazañas como jugar con Enzo Pérez de arquero, Gallardo y su equipo ya están pensando en una nueva etapa, siempre que las negociaciones lleguen a buen puerto.
Con respecto al duelo que se disputó en la ciudad de Garay, Marcelo Escudero viajó a Santa Fe a bordo del 4-1-3-2 que a veces se transformaba en un 4-3-1-2, con Matías Kranevitter como único volante central. Tuvo un buen partido, aunque no fue el gran protagonista. Recuperó balones con eficacia, se movió bien y pasó la pelota con precisión. Santiago Simón jugó como interno por la derecha, empezó muy bien, mostrándose activo y conectando con el equipo. Pero fue perdiendo fuerza a medida que avanzaba el partido. Rodrigo Aliendro, recostado por la banda izquierda, tuvo un partido especial por su pasado en Colón. En el primer tiempo, fue el motor del equipo con su entrega y despliegue. Pero no pudo mantener ese ritmo y bajó su nivel en el segundo tiempo. Franco Mastantuono, como enganche, tuvo algunas buenas intervenciones, pero le faltó continuidad. Apareció de manera irregular y no siempre resolvió bien. Y arriba uno de los mejores jugadores, de mayor jerarquía que tiene el fútbol argentino -tan devaluado- como Miguel Borja. El colombiano, que viene de disputar la final de la Copa América, no tuvo peso ofensivo y perdió más de lo que ganó con los defensores unionistas. Seguramente los que no están acostumbrados a seguir la campaña de Unión, se habrán sorprendido la postura táctica en los primeros compases del partido, cuando en un pasaje del mismo, Unión colocó siete jugadores en ataque, mostrando la intención del Kily González de ir a buscar el partido desde el principio, aunque con cuidado. Unión presionaba en el medio y salía rápido con Simón Rivero liderando el ataque, moviéndose mucho por las bandas. Adrián Balboa se movía del medio a los pasillos internos y a menudo quedó en desventaja frente a Enzo Díaz y Milton Casco. El uruguayo es un delantero con mucha voluntad y sacrificio, pero está fallando con el gol. Aunque Unión casi no remató al arco, tuvo dos chances muy claras: en una, quedó solo frente al arco de Armani, pero no pudo conectar bien el remate y la pelota se fue desviada. En el segundo tiempo, tuvo un zurdazo que pasó cerca del palo derecho.
En esos primeros 45 minutos, el plan del Kily González fue claro y preciso: ¿Qué fue? asegurarse de que la pelota no pasara ni por Matías Kranevitter ni por Rodrigo Germán Aliendro. El equipo del Tate se mostró extremadamente intenso en la marca, presionando a cada instante y tratando de cortar cualquier posible avance del rival. Por el otro lado, Marcelo Escudero había planteado un esquema en el que River debía progresar con la pelota y buscar imponer su juego. Los jugadores Millonarios empezaron a seguir las indicaciones de su entrenador y comenzaron a controlar un poco más el juego. La estrategia pasó por lateralizar el balón y avanzar con los volantes, con un énfasis especial en la banda izquierda. Enzo Díaz se mostró sólido en la marca y, aunque se proyectó hacia adelante, no logró causar daño con sus incursiones. Bruno Pittón, por su parte, tuvo una actuación más bien discreta. Perdió más duelos de los que ganó frente a los volantes de River que atacaban por su sector. La falta de efectividad en sus subidas por el lateral fue notoria, y su colaboración con su hermano Mauro, que se había posicionado en el costado izquierdo, tampoco resultó ser muy efectiva. En una jugada clave, Bruno Pittón bloqueó un disparo de Simón cuando el mediocampista de River iba a rematar a la carrera. Sin embargo, la situación se complicó aún más para él cuando sufrió una lesión en su rodilla izquierda. Debido a esta lesión, tuvo que retirarse del campo, siendo reemplazado por Mateo del Blanco
El Kily González cumplió 50 años, pero no pudo celebrarlo como le hubiera gustado. Se sentía solo y abrumado por los problemas y la falta de respuestas del club, pero recibió el apoyo de sus jugadores, que le mostraron que estaban dispuestos a darlo todo por el equipo. Aunque estaba pensando en renunciar, un cartelito que una niña le dejó en la puerta de su casa, que decía «Kily no te vayas», le dio el impulso que necesitaba para quedarse. El Kily es conocido por su energía y esfuerzo en la cancha, y como DT no es diferente; hace todo con la misma intensidad. Hace unos meses, mientras corría al borde del campo para apoyar a uno de sus jugadores, demostró que vive cada partido con la misma pasión. A punto de cumplir 50 años y después de empezar su carrera como entrenador en Rosario Central, el Kily se siente valorado en Unión, donde llegó para sanar las heridas dejadas por la salida del Gallego Méndez.
«Desde que llegamos, hemos intentado ser competitivos y jugarle de igual a igual a todos. Creo que lo hemos logrado, aunque queríamos ganar para estar primeros. En comparación con otros planteles, estoy contento. Esto es fútbol, nadie nos puede decir que no podemos. El equipo estuvo a la altura y compitió, por eso sumamos», declaró en una conferencia de prensa. Hoy, enfrentó a un equipo con un presupuesto de 117 millones de dólares frente a los 10.300.000 dólares de Unión, según Transfermarket. Es lo que clubes como Boca, River y Racing gastan en refuerzos en un solo mercado de pases. Unión ha perdido algunos jugadores clave, como Kevin Zenón que se fue a Boca, Federico Vera a Independiente y Luna Diale al FC Akhmat en Rusia. El jugador más valioso actualmente es Jerónimo Domina, de 18 años, valorado en 3.800.000 dólares. Le siguen Joaquín Mosqueira, de 20 años, valorado en 2.700.000 dólares, y Gonzalo Toro Morales, exdelantero de Boca, valorado en 2.150.000 dólares. Está claro que Unión, que está peleando en los primeros puestos (es segundo en la Liga Profesional, detrás de Huracán, con 5 victorias, 3 empates y 1 derrota; y 8º en la tabla general, en posición de Copa Sudamericana), no tiene los mismos recursos que Gustavo Costas en Racing, Diego Martínez en Boca o el dinero que Marcelo Gallardo podrá usar para reforzar a River.
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River explotó mucho el sector derecho porque, por ahí, Bruno Pittón la pasó mal ante los movimientos de Pablo Solari. El ex Colo Colo volvió a tener otro partido para el olvido. En el primer tiempo se mostró activo y participativo, pero se equivocó en casi todas sus intervenciones en ataque. No había nadie que lo presionara, así que tenía todo el tiempo del mundo para meter centros al área. Los carrileros salían siempre a destiempo, lo que permitía a River dominar las bandas sin demasiados problemas. A los 15 minutos, Miguel Borja bajó la pelota de cabeza y llegó Santiago Simón, que remató al arco con intención, pero entre Bruno Pittón y Franco Pardo le bloquearon el tiro. River estuvo cerca de marcar el primero, pero en esa ocasión, la suerte no estuvo de su lado. La presión era constante y se notaba que el primer gol estaba al caer.
Uno de los grandes desafíos que enfrentaba el Tate era neutralizar los avances de River, que estaban encontrando libertades inesperadas en el medio campo a espaldas de Joaquín Mosquera, quien sintió la falta de juego asociado. Además, la falta de marca efectiva en esa zona dejaba a los volantes de River, como Matías Kranevitter, Santiago Simón y Rodrigo Aliendro, moviéndose con total libertad, desorganizando completamente al bloque defensivo, que tuvo algunas sobresaltos en el primer tiempo. Mientras tanto, Simón Rivero trataba de infiltrarse entre los volantes de River para romper líneas y darle ese cambio de ritmo. A excepción del ex Boca, que jugaba un partido especial porque salió de las canteras de Boca Predio, ninguno estaba jugando realmente bien. La falta de orden en el medio campo hacía que el local estuviera siempre a la espera de que el primer pase fallara para evitar situaciones de peligro. La situación se volvía cada vez más complicada para Unión, que no lograba cerrar los huecos y permitía a River avanzar con demasiada facilidad y crear ocasiones peligrosas.
Sorprendió el juego asociado y combinativo que exhibió River en la capital de la provincia. Se notó que había una química en el equipo que no se veía desde hacía mucho tiempo. La pelota circulaba de un lado a otro con una precisión impresionante, y los jugadores se entendían de memoria, como si hubieran jugado juntos toda la vida. El mediocampo estaba funcionando como una máquina bien aceitada; Kranevitter, Simón y Aliendro se movían en sincronía, presionando y recuperando la pelota con una intensidad que hacía recordar a los mejores tiempos de River. La transición entre defensa y ataque era rapidísima, y la circulación del balón no daba respiro a los rivales. Además, la actitud combativa de los jugadores era notable. No se daban por vencidos fácilmente y luchaban cada pelota como si fuera la última. El esfuerzo colectivo se veía en cada rincón de la cancha: desde las entradas duras en el mediocampo hasta las carreras para recuperar posiciones y tapar los huecos. En el ataque, los delanteros se movían con una frescura y una precisión que hacía que la defensa rival tuviera que estar en alerta todo el tiempo. Cada jugada se armaba con paciencia, pero con la determinación de llegar al arco rival. Los centros eran precisos, los remates bien dirigidos, y la combinación de pases, simplemente perfecta. Se podía sentir en el ambiente que había una conexión especial entre los jugadores y el cuerpo técnico. Todos estaban en sintonía, y eso se reflejaba en el campo de juego.
Mientras tanto, Unión esperaba a unos 20 o 25 metros en un bloque medio en la mitad de la cancha. Su estrategia era clara: tratar de achicar los espacios hacia atrás y hacer que River no tuviera libertad para manejar el juego. El objetivo era mantener la defensa compacta y organizada, minimizando los huecos que pudieran aprovechar los jugadores rivales. El bloque medio tenía la intención de cerrar las líneas de pase y presionar a River apenas cruzaba la mitad de la cancha. Sin embargo, debido a la calidad y precisión en el juego asociado de River, esta táctica no era fácil de llevar a cabo. Los volantes de Unión debían estar constantemente en movimiento para mantener la presión y evitar que los jugadores rivales encontraran esos espacios peligrosos entre líneas. El Tate estaba esperando la oportunidad de lastimar de contragolpe. Las pocas veces que recuperó la pelota, lanzó ataques rápidos y directos. La idea era utilizar la velocidad de sus delanteros y la agilidad de sus mediocampistas para sorprender a River en momentos de transición. Si bien estaban bien parados defensivamente, sabían que la clave para sacar algo positivo del partido era aprovechar los errores y las desatenciones del rival para crear ocasiones de gol. La espera y la paciencia eran parte del plan, y aunque el bloque medio intentaba limitar las opciones de River, la presión constante del local hacía que Unión tuviera que estar siempre alerta. Cada recuperación y cada intento de contragolpe eran una oportunidad de oro para intentar desequilibrar el partido y sacar ventaja de las pocas oportunidades que se presentaban.
Unión debía corregir el juego aéreo, porque cada vez que se lo propuso, River lastimó cuando quiso. En 25 minutos, ya había generado siete situaciones netas de gol el elenco riverplatense, quien era superior en todos los sectores de la cancha. Tras un corner, Paulo Díaz cabeceó al arco de Unión, pero la pelota pegó en el palo. En el rebote, Pirez también probó de cabeza, pero esta vez Cardozo tapó con un manotazo despejando el peligro. El Tate carecía de juego colectivo. No tenía juego asociado en la mitad de la cancha. Dependía mucho de lo que podía hacer Rivero, pero no tenía acompañantes. Fue discreto el partido de Mauro Pittón. No logró influir en el juego y su aporte ofensivo fue casi inexistente. Su participación en las jugadas clave fue mínima y sus intentos por generar peligro resultaron ineficaces. La falta de conexión con sus compañeros también fue notable. Aunque hace unos días su desempeño fue rescatado por un golazo al palo izquierdo, en esta ocasión no logró aportar nada significativo al juego del equipo. En la mitad de la cancha Joaquín Mosqueira sintió la superioridad de River en la zona media. La recuperación y el quite fue deficiente, y se mostró desbordado cada vez que los jugadores más habilidosos de River se movían por su sector. Aunque intentó mejorar en el segundo tiempo, su rendimiento en los últimos tres partidos ha sido por debajo de lo esperado. Hacía mucho no se veía un partido de Unión con el Kily que haya sido tan superado como lo fue en la primera etapa. Si bien es cierto que es River, y que tiene jerarquía en todas las líneas, pero duró muy poco la propuesta del Tate que fue la de presionar y atacar. Los delanteros quedaron totalmente anulados por los zagueros centrales. A Gonzalo Morales le tocó reemplazar a Nicolas Orsini y la verdad que fue un jugador menos. No porque haya jugado mal, sino porque los volantes no fueron capaz de abastecerlo con algún pase entre líneas. Perdió mucho con los centrales de River. Lo más claro fue un desborde de Del Blanco que no llegó a conectar el cabezazo, lo que hubiese sido el 1-0 para el Tate.
Unión no podía descansar con la pelota en los pies. Parecía que era lava, porque realmente le quemaba la pelota a los jugadores rojiblancos. Iba más acelerado de lo que pedía las jugadas, y eso lo llevaba a tomar malas decisiones. Con el correr de los minutos, lo fue emparejando, pero porque River perdió fluidez. Eso se debió a que el Tate ajustó las marcas, sobre todo por los costados. Buen partido -nuevamente- de Lautaro Vargas. En un primer tiempo donde Unión fue superado los últimos 25 minutos, fue uno de los pocos que se animó a pasar al ataque, pero no tuvo criterio a la hora de ejecutar los centros. Regaló una pelota en la salida en la mitad de la cancha que terminó en un contraataque y un tiro de esquina de River. En el segundo tiempo volvió a priorizar la marca y le ganó el duelo a Pablo Solari con quien buscó ganarle la cuerda una y otra vez.
Unión estaba pésimamente escalonado en la presión; no parece tener un plan claro para marcar a los que tienen la pelota. Cada vez que River mueve el balón con un toque, desorganiza completamente toda la línea de 5 defensores. La forma en que Union intenta presionar era caótica, y eso le permitía a River crear espacios y mover la pelota con mucha facilidad. Los jugadores de Union no están bien posicionados para cubrir a los rivales, lo que provoca que se abran huecos y que la defensa se desajuste. River, aprovechando esto, maneja el balón con fluidez y logra desarmar la estructura defensiva de Union con gran eficacia. De esta manera, finalizó el primer tiempo, con un River que no logró aprovechar su mejor momento en el primer tiempo y se fue al descanso con un sabor amargo, ya que falló tres chances clarísimas de gol. La oportunidad parecía ideal para abrir el marcador y ponerse en ventaja, pero la falta de efectividad fue una constante. Las jugadas más destacadas del primer tiempo se dieron con una precisión milimétrica que, sin embargo, no encontró la red rival. Parece que, en esta ocasión, si no la mete Miguel Borja, no la mete nadie. El delantero colombiano tuvo varias oportunidades para convertir, pero entre las intervenciones del arquero rival y su propia imprecisión, los goles se les escaparon de las manos. En ese contexto, el arquero de Unión, LThiago se convirtió en la figura del partido, haciendo una y otra vez intervenciones clave para mantener su arco en cero. Su actuación fue determinante y evitó que River se pusiera en ventaja, mostrando una seguridad y reflejos impresionantes. La defensa de Unión, respaldada por la notable actuación de Cardozo, supo resistir las embestidas de un River que buscó con insistencia romper el cero. Los jugadores del Millonario generaron situaciones de peligro, pero la combinación entre la destreza del arquero y la falta de precisión en los remates impidió que el marcador se moviera a favor del equipo de Núñez. La frustración se hizo presente en el rostro de los jugadores de River, que no lograban concretar la presión que ejercían sobre la defensa rival.
De menor a mayor en el segundo tiempo
Como era de esperar, en la segunda mitad, Marcelo Escudero no hizo cambios, dado que River había dominado gran parte del primer tiempo. Por otro lado, el Kily González sorprendió con un cambio inesperado: sacó a Simón Rivero, que había sido uno de los mejores en ataque, y en su lugar metió a Enzo Roldán en la banda derecha para sumarse a los volantes y delanteros. Pero el oriundo de Villa Mercedes no estuvo a la altura de las circunstancias; se notaba su falta de ritmo y casi no tocó la pelota desde su ingreso. Se intentó conectar con los delanteros desde el costado derecho, pero no tuvo éxito. Habrá que esperar que será del futuro del ex Boca, que hace algunos días cumplió 100 partidos con la camiseta rojiblanca. En los últimos días se dio a conocer un rumor que Gustavo Costas quiere contar con sus servicios en La Academia. Con respecto al partido, la situación no mejoró en absoluto en la segunda mitad: Unión seguía sin ideas en ataque y no lograba generar peligro para Franco Armani, quien estuvo casi sin trabajo en la tarde santafesina. La única forma en que Unión avanzaba con balones largos para Adrián Balboa, que se enfrentó a la marca sólida de González Pires, quien tuvo uno de sus mejores partidos en River. El mercador central, que fue duramente resistido en la época de Marcelo Gallardo y de Martín Demichelis ganó la mayoría de los duelos y estuvo cerca del gol en dos ocasiones. Cuando Rocky tuvo una oportunidad, realizó un llamado de atención con un derechazo al palo derecho, pero careció de precisión.
En contraste con el primer tiempo, Marcelo Escudero hizo un ajuste táctico y colocó a Pablo Solari en el costado izquierdo para enfrentar a Lautaro Vargas. Por el otro lado, Santiago Simón se abrió bien por derecha. A River le faltó ese toque especial, alguien que pudiera marcar la diferencia en los últimos 20 metros del campo. Unión se replegó bien, achicó espacios, pero de mitad de cancha hacia adelante no causó demasiado peligro. A los 18 minutos, el Kily metió a Mateo Del Blanco por Bruno Pittón, quien había tenido un mal partido en defensa y en ataque. El juvenil intentó sorprender por la banda izquierda, y, dos minutos después de su ingreso, llegó al fondo y centró al área. Gonzalo Morales no pudo conectar bien el cabezazo, pero si lo habría hecho, habría sido el triunfo para Unión.
En el segundo tiempo, River no pudo mantener la intensidad y necesitaba frescura. Por eso, a los 30 minutos, el técnico sacó a Franco Mastrantouno y metió a Manuel Lanizini como media punta en el 4-3-1-2. El Kily, por su parte, refrescó el ataque con la entrada de Lucas Gamba por Morales, buscando aprovechar los contraataques y los espacios que dejaba River. El ex jugador de Independiente Rivadavia y Rosario Central mostró una falta de confianza notable. Tuvo una buena oportunidad para rematar después de una jugada con Mauro Pittón, pero su tiro fue bloqueado por un defensor de River, demostrando inseguridad. En una de las últimas jugadas, González Pirez intentó un remate desde la medialuna del área, pero la pelota dio en el travesaño y salió. Los últimos cambios fueron Jerónimo Dómina y Tanda por Morales y Mosqueira, respectivamente. El pibe del IPEi entró con la intención de ganar el partido, pero se le notó un poco acelerado y fue amonestado rápidamente por una falta dura a Milton Casco. Por otro lado, Pato intentó darle aire a la mitad de la cancha. Pareció que su ingreso debió haber sido antes, ya que el Tate no tenía mucho juego y era superado por los volantes de River. Unión jugó con mucha intensidad, y otra vez Cardozo fue clave para mantener el resultado. River tuvo las mejores oportunidades, pero no pudo con el arquero uruguayo. Al final, el empate sirve contra un rival con mucha jerarquía.
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