Mele: la pandemia en Europa, la soledad, las ganas de largar, el regreso, el título y ahora Unión

Santiago Mele viene siendo noticia. Le tocó entrar en reemplazo de Sebastián Moyano por la lesión de su compañero. Tuvo que atajar en el clásico y fue figura de Unión. Estuvo ante Sportivo Las Parejas en la Copa Argentina y otra vez su desempeño dio que hablar: atajó dos penales y se convirtió en el héreo futbolístico de los Tatengues.

Llegó precedido de dos buenos antecedentes: un título en Uruguay y la posibilidad de ser convocado a la selección de su país. El otro aspecto a su favor es que lo pidió Gustavo Munúa, alguien que de arqueros sabe un poco… Ahora bien, cuál es la historia de este arquero que hoy recibe el cariño del hincha de Unión? Veamos…

El periodista Nicolás Sotomayor, en la web centrofobal.com armó la historia de su carrera profesional de la siguiente manera:

Una tarde recibió un documento PDF con el ofrecimiento de un club turco. Santiago Mele (Montevideo, 1997) apenas tenía 19 años y había atajado siete partidos en Fénix. Sin demasiado tiempo para pensar viajó de la noche a la mañana rumbo a Turquía, un destino del que desconocía desde su cultura y religión hasta el club y la liga. Deambuló por la Europa oriental como si estuviera en un momento de trance y no supo entender si aquello era felicidad o tristeza. Al Osmanlispor se incorporó como tercer arquero. Fue cedido a préstamo al Ankaragucu, aunque tampoco lo consideraron. En un nuevo traspaso al Lleida del ascenso español no sumó minutos. De vuelta en Turquía, apareció la pandemia, la soledad y la reflexión. Pasó de la idea de dejar el fútbol a perfilar un nuevo horizonte. Aquellos tres años decidió tomarlo como una experiencia, fortaleció su mentalidad con la ayuda de la terapia y retomó con el propósito de dar pasos firmes en su carrera.

Ni Nacional ni Peñarol. En octubre de 2020 retornó en condición de libre al fútbol uruguayo para atajar en Plaza Colonia. Eligió el proyecto del club y a su vez la tranquilidad sanadora de Colonia del Sacramento, ciudad ubicada en la orilla del Río de la Plata y a 177 kilómetros de la capital. Una pausa a aquella figura promisoria de sucesor de Muslera y potencial arquero de la Juventus. Adiós linealidad ideal para cualquier trayectoria. Entonces, ¿cómo volver a erguirse con convencimiento desde un club del interior uruguayo? «Acá —en Colonia— no sos sólo un jugador de fútbol, se le da importancia a la persona», destacó el joven golero, que se reencontró con su pasión y la alegría de entrar a una cancha luego de transitar del éxito de entrada al olvido. Comprendió que la salud mental no es un aspecto menor en un jugador de fútbol.

«Estaría bueno que todos los futbolistas y el medio en general se concientice para que podamos darle más atención a la salud mental, física y emocional del jugador, y no sólo pensar que es una persona que corre detrás de una pelota, para que así también no pasen las tragedias de estos últimos tiempos», reflexionaba el año pasado en una entrevista en El Observador. En 2021, el país vecino había entrado en conmoción por los suicidios de cuatro futbolistas uruguayos: en febrero, Santiago Morro García se había quitado la vida a sus 30 años; durante julio, en menos de 15 días, sucedía lo mismo con los futbolistas Williams Martínez (de 38 años), Emiliano Cabrera (de 27 años) y el exjugador Maximiliano Castro (46 años).

«Nos movemos en un ambiente que es bastante machista, bastante conservador, y donde te enseñan a reprimir las emociones», afirmaba Mele en la misma entrevista con el periodista Juan Díaz. «Hay mucho para sanar en el ambiente del fútbol. Parece que siempre tenés que estar bien, siempre tenés que rendir, y sos un ser humano que tiene días que estás bien y días que no. Eso hay que aceptarlo».

Plaza Colonia se consagró campeón del Apertura 2021 —acumuló 11 triunfos, tres empates y apenas una derrota—, con Santiago Mele como uno de los pilares del equipo junto a los experimentados Álvaro Fernández y Cristian Cebolla Rodríguez. El cuadro albiverde, que dos décadas atrás jugaba en ligas regionales, logró su segundo título profesional bajo el modelo de una sociedad anónima deportiva y dentro un campeonato con 13 de las 16 instituciones localizadas en Montevideo. El arquero de 1,85 de altura recibió 7 goles en 15 partidos —atajó el 85 por ciento de los remates—. Un pedido particular en su contrato era que por cada penal atajado el club debía hacer acciones solidarias a entidades del departamento; en aquel torneo, Mele contuvo dos disparos desde los doce pasos.

Sus destacadas actuaciones en el último tiempo lo ubicaron en la órbita de Diego Alonso, flamante entrenador de la selección uruguaya. Estuvo en una extensa lista preliminar con otros seis arqueros con miras a las últimas jornadas de las Eliminatorias rumbo al Mundial de Qatar. Mele conoce el significado de vestir la Celeste. En 2017, se lució en aquel combinado Sub-20 integrado por Agustín Rogel, Marcelo Saracchi, Rodrigo Bentancur, Nicolás De La Cruz, Federico Valverde, Carlos Benavídez y Agustín Canobbio, entre otros, que terminó por coronarse campeón del Sudamericano en Ecuador y alcanzó las semifinales en el Mundial de Corea del Sur. Todo un país hablaba del arquero que contuvo más de veinte remates en la competencia, el que soñó con ese puesto desde que se decía a sí mismo «¡Carini!» cuando atrapaba la pelota de pequeño. Parafraseando a Eduardo Galeano, la selección en modo de utopía le sirve a Mele para caminar. Asegura que todas las decisiones que tome desde ahora serán con el objetivo de defender el arco charrúa.

Acaba de recalar en Unión de Santa Fe, conducido por el exarquero uruguayo Gustavo Munúa. Una nueva experiencia en el exterior, esta vez en el fútbol argentino y en un equipo que disputará la Copa Sudamericana —a modo de presentación, la propia Conmebol difundió un video destacando su desempeño en la edición anterior del torneo—. Competirá por la titularidad con Sebastián Moyano, de gran rendimiento en el Tatengue. Será un nuevo capítulo del libro que procura publicar en algún momento con todas sus experiencias y, esta vez, sin reprimir las emociones.

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