Finalmente, el cuerpo de Pillín Bracamonte fue trasladado a Pérez

Este martes, el cadáver de Andrés Pillín Bracamonte, jefe de la barra de Rosario Central asesinado a balazos el sábado pasado, fue trasladado al cementerio El Prado, ubicado en la localidad de Pérez. Un amplio operativo policial se encargó de la custodia del cuerpo durante su permanencia en la morgue. Según algunos medios de Rosario, la razón de la custodia fue el temor a que miembros de la barra se llevaran el cuerpo para realizar el velorio, que no pudo llevarse a cabo por razones de seguridad. En este contexto, se produjeron cruces de versiones entre el gobierno provincial y la asociación de empresas fúnebres. Funcionarios del Ministerio de Seguridad afirmaron que no se había podido realizar el velorio porque las casas velatorias se negaban por temor a posibles disturbios, lo que fue desmentido por Luis Pinillas, presidente de la asociación funeraria, quien aseguró que las empresas locales no se habían negado a velar a Bracamonte. De hecho, lo habían hecho sin problemas con la otra víctima del doble crimen, Daniel «Rana» Attardo.

Con el paso de las horas, parece quedar claro que el principal objetivo de los operativos de seguridad en torno a la custodia del cadáver no era prevenir un hecho violento, sino evitar que una multitud de allegados a Pillín se llevara el cuerpo para realizar el velorio, que se había planeado, pero no se concretó. Esta cautela sigue en vigor, y por ello, la vigilancia permanece ahora en el cementerio de Pérez.

Como fue el asesinato de Pillin Bracamonte

El ataque ocurrió al término del partido entre Rosario Central y San Lorenzo. Tras la derrota, se vivieron momentos de gran tensión, y en ese contexto, un vecino grabó un video casero que ya presentamos. En él se observa una camioneta blanca, y parece que la escena fue filmada cerca del Hospital Centenario, donde finalmente se confirmó el fallecimiento de Bracamonte y Tardó.

Este ataque tiene implicancias no solo por la violencia en el fútbol, sino también por el vínculo con el narcotráfico. En octubre pasado, se registraron otros enfrentamientos relacionados con la disputa por el control de la barra brava de Rosario Central, los cuales también estuvieron vinculados con bandas de narcotraficantes. Recordemos que las barras de Newell’s Old Boys y Rosario Central están profundamente infiltradas por estas bandas, lo que ha generado una creciente violencia en la ciudad.

Bracamonte, quien llevaba más de 20 años vinculado con la barra brava de Rosario Central, ya había sido víctima de un atentado en agosto de este año, cuando recibió un balazo en la espalda y su pareja resultó herida. En los últimos meses, varios incidentes habían incrementado la sensación de que su muerte era inminente.

El ataque de ayer ocurrió en la zona de Avellaneda al 700, después del partido contra San Lorenzo. Testigos aseguran que se escucharon entre siete y diez disparos, y los agresores habrían disparado desde una moto. Esta emboscada terminó con la vida de Bracamonte y Tardó, en una zona donde, a pesar de ser un lugar concurrido, no se pudo evitar el crimen. El hecho subraya el nivel de violencia que ya se vive de manera habitual en Rosario, una ciudad que, aunque ha visto una disminución en ciertos índices de delincuencia, sigue siendo un terreno fértil para los enfrentamientos entre bandas, el narcotráfico y las barras bravas.

En este contexto, no es difícil ver cómo la violencia en el fútbol está íntimamente ligada a otros factores sociales y económicos, como el narcotráfico. La muerte de Bracamonte y Tardó no fue un hecho aislado, sino un reflejo de la disputa territorial y de poder entre facciones de barras bravas, además del negocio detrás del narcotráfico que también influye en el control de estas organizaciones. El espíritu deportivo ha quedado completamente de lado, y este asesinato es solo un eslabón más en la larga cadena de violencia que atraviesa el fútbol argentino.

Por el momento, se está realizando un relevamiento de las cámaras de seguridad de la zona, y la investigación continúa bajo la dirección del fiscal Alejandro Farl. Se espera que en las próximas horas se sumen más detalles sobre el caso y los posibles responsables. Lamentablemente, esta es una historia que no hace más que evidenciar la precariedad de la seguridad en algunas zonas de Rosario, donde los habitantes, como los que estaban cenando en ese momento, se ven forzados a convivir con este tipo de escenas de terror.

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