El 6 de agosto del 2022, en el 15 de Abril, Unión le ganaba 2-1 a Vélez con goles de Bryan Castrillón y Junior Marabel -en su debut absoluto-. ¿Por qué nombro esa fecha? Porque fue el pico máximo de la era Munúa y se perfilaba como uno de los principales contendientes en la Copa de la Liga, competición que finalmente ganó Boca. Desde entonces, Unión no pudo manejar la presión de ser considerado uno de los favoritos para obtener el segundo título para la ciudad de Santa Fe y comenzó a declinar. Se convirtió en un club caótico, con dirigentes ausentes, sin una oposición política sólida y sin una figura que tomara las riendas del fútbol profesional. Ahora se encuentra inhibido y luchando por evitar el descenso. En cuanto a los torneos locales, hasta la fecha actual, Unión ganó 16 partidos, empatado 29 y perdido 26, lo que equivale al 36% de los puntos. El único entrenador con un buen porcentaje fue Sebastián Méndez, con un 51% en 11 partidos.
En su momento, Gustavo Munúa se encargó de darle una identidad de juego clara al equipo y de potenciar a varios juveniles del plantel, como Gastón González, Lucas Esquivel, Imanol Machuca, Kevin Zenón y Juan Ignacio Nardoni, cuyas ventas millonarias ayudaron a Unión a respirar un poco en términos financieros. Durante su gestión, Unión realizó una de las ventas más importantes de su historia, como la de Picotón González al Orlando City de la Major League Soccer de Estados Unidos. Además, en medio de cierta irregularidad en el rendimiento del equipo en el último tramo del 2021-2022, Munúa consiguió una victoria contundente ante Colón en el 15 de Abril, en la última fecha de ese torneo de la LPF, asegurando así la clasificación a la Copa Sudamericana. Durante el año de la triple competencia, Unión experimentó altibajos en su rendimiento, con Munúa priorizando en ocasiones la Copa Sudamericana sobre la Copa de la Liga Profesional, aunque logró salvar el honor con un empate ante Colón en el Brigadier López.
También logró avanzar a los octavos de final de la Copa Sudamericana como líder de su grupo, superando a históricos del continente como Junior de Barranquilla, Fluminense de Brasil y Oriente Petrolero de Bolivia, manteniéndose invicto con un empate en el Maracaná y una victoria resonante en Barranquilla. Sin embargo, en la siguiente fase no pudo hacer frente a la jerarquía de Nacional y quedó eliminado de la competición.
La era Méndez
Sebastián Méndez comenzó su ciclo con un empate frente a Tigre, aunque si bien evidenció la falta de gol del equipo, también mostró un cambio notorio. Sin embargo, la situación dio un vuelco drástico con la derrota ante Arsenal en Sarandí. Este resultado dejó a Unión en descenso directo por primera vez en el año, con solo 6 puntos de ventaja sobre Sarmiento de Junín en la tabla de promedios. A pesar de esto, Méndez logró levantar el ánimo y el rendimiento del equipo con la victoria 3-0 sobre Independiente, marcando un punto de inflexión en la historia de Unión. Sin embargo, poco después, abandonó el barco para dirigir a Vélez, un rival directo en la lucha por el descenso. Dirigió 11 partidos, con un saldo de 4 victorias, 5 empates y 2 derrotas, obteniendo el 51% de los puntos. Su salida estuvo marcada por fuertes declaraciones: «Vélez es mi debilidad y me necesitaba, no veía futuro en Unión».
El momento del Kily
Apostó por seguir la línea que Méndez había marcado en Unión, y aunque tuvo sus altibajos, llevó al equipo hasta el final del Torneo de la Liga Profesional, manteniéndolo a cinco puntos del descenso, que Colón y Huracán compartían. Trabajó discretamente y estuvo a la altura en un partido crucial, donde no había margen para errores. Por eso, el estadio 15 de Abril estalló de emoción, con la hinchada empujando al máximo. No había otra opción, era el momento o nunca. En la conferencia post partido, el Kily, visiblemente emocionado, compartió sus sensaciones, sin centrarse demasiado en el análisis del juego, que en ese momento era lo menos importante. Los jugadores, en esta ocasión sin palabras de más, irrumpieron cantando «Y dale Unión» con fuerza, mostrando su apoyo al entrenador en esta valiente gesta que culminó en la permanencia. Fue un momento emotivo para este Unión que había defendido la plaza en Primera.
Pero lo negativo fue que armó el plantel para la segunda parte del año. Dijo que no iba a traer por traer, pero Unión decidió incorporar a 6 jugadores. Franco Pardo (All Boys), Dante Campisi (Huracán), Nicolás Orsini (a préstamo de Boca), Patricio Tanda (reserva de Racing), Tiago Banega (perteneciente a Racing) y Gonzalo Morales (a préstamo de Boca). Tres jugadores se fueron: Ezequiel Cañete, que se fue a préstamo a Banfield (rival directo en la lucha por el descenso), Yeison Gordillo a Vélez y Luciano Aued a Instituto, otro rival directo.
En el caso de Unión, la Copa de la Liga tuvo altibajos, coincidiendo con un gran momento individual de Gonzalo Morales. Convirtió 4 goles en los primeros 3 partidos (1 ante Racing, 2 ante Estudiantes y 1 ante San Lorenzo). Pero la racha se detuvo rápidamente, y en los 13 partidos siguientes, esos fueron los únicos 3 goles del delantero. La principal carencia de Unión fue la falta de gol, al punto que el segundo delantero, Nicolás Orsini, solo marcó 1 gol, en la victoria sobre Sarmiento en la última jugada del partido. En estos 14 partidos, Unión ganó solo 3, empató 7 y perdió 4, con 10 goles a favor y 13 en contra. Esto suma un total del 38% de los puntos obtenidos bajo la dirección del Kily González, teniendo en cuenta los partidos de la liga anterior. De los 11 empates acumulados por el Kily en ese entonces, 8 terminaron 0 a 0, algo poco común en el fútbol argentino.
Sin lugar a dudas, aunque haya habido pocos cambios, el Kily también cometió varios errores recientemente, no solo en el terreno de juego, sino también en sus declaraciones. Cayó en una especie de desconcierto general y da la sensación de que el DT se quedó sin recursos para fortalecer el plantel. En un momento crucial donde tenía que ganar para meterle presión a los demás rivales que competían con él el descenso, de esos últimos 14 partidos, solo ganó tres: uno contra un Estudiantes alternativo, otro ante Sarmiento en el último suspiro y el partido frente a Tigre, donde si bien se mostró sólido defensivamente, en el segundo tiempo se retrasó más de lo necesario. A pesar de la actitud y entrega de algunos jugadores, como el capitán Claudio Corvalán, quien jugó más de media hora con calambres, en situaciones límite Unión no mostró respuestas satisfactorias. Perdió los últimos tres partidos de visitante y no logró imponerse en casa contra Defensa y Lanús.
En este contexto de un fútbol argentino mediocre y devaluado, Unión tuvo una campaña paupérrima, quedando a solo cuatro puntos de clasificar entre los cuatro primeros y avanzar a cuartos de final. Sin embargo, esos cuatro puntos cruciales perdió de local contra Defensa y Lanús. Del equipo luchador y perseverante que conocíamos, quedó poco o nada. Los últimos partidos mostraron un Unión completamente desdibujado, un golpe de realidad que llegó en el peor momento..
2024 y por ahora más de lo mismo
Unión estaba a un paso de meterse en los dieciseisavos de la Copa Argentina, una competencia donde ganando seis partidos o empatando y pasando por penales, se puede alcanzar la gloria. Sin embargo, en el partido contra los mendocinos, Unión tiró todo por la borda. No mostró garra, salió a la cancha sin la actitud necesaria para marcar la diferencia entre un equipo y otro. Y no solo perdió, sino que lo hizo de manera justificada.
El Tate no estuvo a la altura de las circunstancias y terminó siendo eliminado, lo que provocó el enojo de los hinchas que viajaron hasta Junín. Lo que se vio en el terreno de juego es muy preocupante de cara al futuro. Unión ya había dejado pasar la oportunidad de meterse en zona de playoffs de la Copa de la Liga. En momentos cruciales, no pudo sacar los resultados necesarios y solo consiguió un triunfo cuando ya había poco en juego. La sensación es que a Unión le pesa la responsabilidad de encarar partidos decisivos. Excepto por el partido contra Tigre, donde aseguró la permanencia, antes y después, cuando tenía que ganar, no lo hizo. Cuando tuvo la oportunidad de pelear por algo importante, no estuvo a la altura. La responsabilidad lo superó y lo hundió en su habitual mediocridad.
Tampoco acertó en el mercado de pases. Incorporó a Thiago Cardozo, que vino de Peñarol a préstamo sin gastar un mango, y también fichó a Miguel Torrén, que rescindió contrato con AAAJ para sumarse al Tate por dos temporadas. Además, aseguró a Mauro Pittón por tres años, con el pago reparto en cinco cuotas a lo largo de seis meses, y lo mandaron a Vélez por tres temporadas.
Pero acá es donde viene la polémica. Simón Rivero, todavía sin debutar, llegó para reemplazar a Kevin Zenón a préstamo, sin opción de compra. Hasta ahora, solo se destacaron Lucas Gamba y Adrián Balboa, mientras que el resto no estuvo a la altura. Este segundo mercado de pases fue un fiasco: no hubo mejoras tácticas ni se potenciaron los jugadores. Los números hablan por sí solos: apenas un 40% de efectividad en casi 40 partidos. En lo deportivo, cuando tenían que dar el famoso salto de calidad no lo hizo, y quedó fuera de la Copa Argentina de forma lamentable.
La plata que entró al club con las ventas, esos 18 palos verdes, no parece tener ninguna conexión con cómo se armó el equipo. Fue como si entrara guita, pero después, ¿Dónde fue a parar? No se ve ninguna planificación clara en la elección de refuerzos, y eso desconcierta a los hinchas y a los que miran desde afuera. Una muestra clara de esto fue en el arco y en el mediocampo. No se invirtió en reforzar esas áreas como correspondía. Así, el equipo quedó desbalanceado y expuesto en momentos clave.
Y el problema no termina ahí. En los últimos dos años, Unión jugó un montón de partidos en torneos locales, ¿y qué pasó? El resultado fue bastante pobre: dos derrotas en partidos internacionales y tres actuaciones bastante lamentables en la Copa Argentina, con dos derrotas y una eliminación por penales. El rendimiento del equipo en estos últimos dos años es preocupante, y si no fuera porque los otros equipos son todavía peores, Unión estaría en serios problemas. Esto hace pensar en cómo están manejando el club y las políticas que están llevando a cabo.
Y antes de apuntar con el dedo al socio por seguir votando a los mismos, el hincha tiene que parar un poco la pelota, y preguntarse qué los lleva a hacer eso. ¿Qué están pensando cuando eligen a los mismos dirigentes una y otra vez? ¿Y por qué las otras opciones no tienen más apoyo? Son preguntas que se deben tomar en serio si Unión quiere salir de este embrollo en el que parece que están metidos. En vez de buscar culpables, es hora de asumir responsabilidades y encontrar soluciones concretas para sacar a Unión de este atolladero en el que parece que está hundido.
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