Los Spurs dieron vuelta un 0-2 ante Ajax, se impusieron por 3 a 2 y accedieron a su primera final de Champions League. Inolvidable duelo en Ámsterdam.
El fútbol se ha creado en 1863 y desde ese momento hasta la actualidad, uno piensa que lo ha visto todo. Que nada nuevo puede ocurrir. Lo sucedido hoy en el Johan Cruyff Arena vino a romper con este paradigma. A reivindicar la importancia de lo mental en el deporte. Y, como lo fue en este acontecimiento, imponiéndose por sobre lo futbolístico, lo económico y lo coyuntural. Eso fue Tottenham.
Los Spurs fueron terriblemente vapuleados en el primer tiempo. Ajax jugó con el desparpajo que los caracterizó en las instancias anteriores y en aquella buena primera hora de juego que disputó en White Hart Lane. Era un recital de los locales: toque, juego y movilidad sin cesar ante un Tottenham que solo corría detrás del balón. De tal forma generó un tiro de esquina luego de que Lloris rechace un disparo de Tadic. Pero el meta francés no pudo ante el cabezazo de De Ligt luego del lanzamiento.
A Pochettino no le funcionó el plan ideado desde el inicio, donde buscó ganar el mediocampo alineando a Sissoko y Wanyama, dos volantes de contención, en el doble pivot. De Jong y Van de Beek se paseaban como panchos por su casa. Tadic inquietaba en el último cuarto y Ziyech quien concretaba: el marroquí, a diez minutos del entretiempo, metió un zurdazo inatajable para Lloris y puso el 2 a 0 con el que se irían al descanso.
Lo de Tottenham en ataque en la etapa inicial había sido muy pobre. Apenas dos arrestos individuales de Son los cuáles finalizaron en el poste y en las manos de Onana. La manera de intentar penetrar el campo rival no la cambió en el complemento. Al contrario, intentó ser aún más directo. Apelar a las transiciones rápidas por sobre la generación a través de una buena posesión. Incluso, esto quedó cristalizado a partir del ingreso de Llorente por sobre Wanyama en el descanso.
Pero hubo algo más en Tottenham: el convencimiento. Salieron a jugarse el todo por el todo sabiendo que difícilmente se encuentren en una situación así. Lo pudieron pagar caro ya que Ziyech pudo liquidar el pleito rápidamente. Pero a los diez minutos volvieron al juego con un Dele Alli que se encendió, rompió líneas y fue finalmente Lucas Moura quien terminaría poniendo el 1-2.
Y si la cabeza había sido otra teniendo que hacer tres goles para revertir la serie, la tendencia aumentó luego del descuento. Tan solo tres minutos después del gol, Dele Alli volvió a participar asistiendo fenomenalmente a Trippier, Llorente no pudo con Onana que luego se molestó con Schone y fue nuevamente Lucas Moura, quien realizó un movimiento fenomenal en escasos centímetros dentro del área, quien igualaría el pleito.
Con el 2-2 y el ingreso de Veltman, Ajax pareció volver a las fuentes y haber superado el sofocón. Pero el temor del rival a solo un tanto de robarles el boleto al Wanda Metropolitano ya estaba instalado. Ni Ziyech, que estrelló un disparo en el poste, ni los contragolpes que encabezó Tadic pudieron desactivarlo. Pasaban los minutos y las líneas se abroquelaban. Pero cada vez más cerca del arquero Onana.
Llegó el minuto 93 cuando Alderweireld lanzó un bochazo desde su área que se fue por el lateral. Las caras de sus compañeros apuntaron al césped. El único que alentó desde el banco de suplentes fue Mauricio Pochettino con gestos ampulosos en sus manos. El juez había dado cinco más. Y en el último minuto, las muestras del DT surtieron efecto: un pelotazo similar al mencionado, un mar de dudas de la defensa holandesa y un zurdazo de Lucas Moura que jamás olvidará en su vida. Mucho menos los Spurs, que jugarán la primera final de Champions League de su historia.
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